Sólo para cubanos
TERESITA MAYANS
Escritora cubana, ex presa política.
Llegaron y siguen llegando. ¿Quiénes? Los responsables de
haber hundido en la desgracia a todos los cubanos. Estos y otros se dieron a
transformar a una Cuba que recibieron el fatal 1 de enero del año 59 rutilante,
próspera en esto que es hoy, un país más que empobrecido, en ruinas. Donde con
frecuencia se ve a ciudadanos escarbando en latones de basura para encontrar
algo, cualquier cosa, algo es algo donde no hay nada.
Estos que llegaron y siguen llegando, responsables del
desastre tanto por cobardía, por la canalla y deliberada mala intención, por
colaboración, indolencia u omisión, pero todos responsables de la pérdida de la
independencia, artífices de la prohibición de cosas tan sencillas y legítimas
como mi derecho a mudarme y vivir donde me dé la gana, salir y entrar a mi país
cuantas veces me apetezca, de pararme en una esquina sin que me exijan
identificarme o me pregunten qué hago.
Ahora llegan con esa alegría entusiasta propia de los
insensibles convencidos de que encontraron en este doloroso exilio tan
vituperado por ellos mismos la fuente de la purificación y del perdón a sus
crímenes y desmanes que limpia y conduce al paraíso como si nada hubiera pasado,
quiero decir, con esa nada llena de cárceles y carceleros, de delatores y
torturadores, cómplices del crimen diciendo: ''Nos engañaron, creímos de buena
fe''. Pero también se mudan frente a mi casa por obra y gracia de la casualidad
y de la inmensa tolerancia que permite la democracia a estos victimarios que
hasta días recientes practicaron, apoyaron y ejercieron abusos.
En Cuba existen las llamadas zonas congeladas, quiero decir,
zonas donde para residir se necesita un permiso especial de la Seguridad del
Estado. Incluye toda la faja costera del malecón habanero amén de enormes
barrios a través de toda la isla. ¿Se imagina a Martha Beatriz Roque ejerciendo
su derecho de vivir al lado de Ramiro Valdés o a Pérez Antúnez sentado en el
portal de una casa frente a Furry Colomé? Como dirían los cubanos: ''No es
fácil''. Y, como si fuera poco, tenemos que oír a sus bocas grandes, a sus
propias vísceras hablar en voz alta y ofrecer testimonios miserables, como si
aquí, donde están parte de sus víctimas, no supiéramos qué hicieron, qué hacen y
qué seguirán haciendo.
Estos entusiastas colaboradores del régimen, en un pasado
cercano uniformados de verde olivo, o un delator del cedeerre, se creen
portadores únicos de noticias, hablan de métodos de torturas, de crímenes, de
cómo viven, qué comen y beben generales y coroneles más otros tantos de la
cúpula gobernante, mientras no son tronados, desde luego, o enviados al plan
payama o acusados de traidores y ladrones en juicios militares. Nota: los únicos
ladrones autorizados ya sabemos quiénes son, pero en el caso extrañamente sui
generis del código penal de la Cuba actual no se cumple aquella máxima de ladrón
que roba a ladrón tiene cien años de perdón o la de el aura gritándole al pavo
que tiene el pescuezo pela'o. Fidel Castro se robó desde la república, con todo
lo que tenía dentro, hasta un pudoroso ostión cerrado en su concha en las
orillas del mar que bordea la isla. La historia la sabemos. Pero estos
cómplices, cuando tenían mando y ''se salían del plato'' o cometían una peccata
minuta, eran llevado a juicios (léase circo), acusados de cualquier cosa, sobre
todo de robarle al comandante en jefe y ahí mostraban su verdadera esencia,
parecían pupilas arrepentidas sacadas de lupanares por un ''particular'',
pidiendo perdón, exhibiendo como un trapo sucio su mea culpa, haciéndose el
harakiri mientras sollozantes, con el mentón caído sobre el pecho, pronunciaban
una andanada de frases suplicantes cuajadas de loas al comandante.
No, de ninguna manera. Que sepan estos culpables arrepentidos
que no nos dejan boquiabiertos con sus repetidos y viejos comentarios, siempre
de estreno según se creen, y que al mismo tiempo los lanzan ceremoniosamente al
aire convertidos en gastadas noticias, casi que colonizándonos, como si los
cubanos dignos que conforman este verdadero exilio fuera una masa acéfala
desconocedora de cuanto pasa en Cuba.
No importa, que sigan llegando como mansas palomas que vuelan
hacia los hombros de San Francisco de Asís, pero tengan presente que estos
culpables en una Cuba libre tendrán que responder ante verdaderos tribunales.
Con todas las garantías procesales. Pero sepan también que muchos no tendrán
regreso.
EEUU sigue siendo fuente principal de alimentos para Cuba
Por WILL WEISSERT
The Associated Press
Desde el 2003, Estados Unidos ha sido el principal proveedor de alimentos para Cuba, un hecho que sorprendería a muchos estadounidenses, quienes piensan que el embargo impuesto hace 45 años a la isla comunista abarca el comercio de todos los productos.
La realidad es que Estados Unidos es el principal proveedor de alimentos y productos agrícolas a Cuba. De hecho, muchos cubanos dependen de los cultivos de Arkansas y Dakota del Norte para obtener sus raciones de arroz y habichuelas.
Desde diciembre de 1999, gobernadores, senadores y representantes de al menos 28 estados han visitado Cuba, la mayoría para conversar sobre comercio. El gobernador de Nebraska, Dave Heineman realizaba esta semana una visita con una delegación de empresarios agrícolas. C.L. "Butch" Otter, gobernador de Idaho, planea viajar a la isla el mes próximo.
Las sanciones de Washington han bloqueado buena parte del comercio con Cuba, pero una ley aprobada por el Congreso en el 2000 autorizó las ventas en efectivo de alimentos y productos agrícolas estadounidenses y recibió elogios de las principales empresas del sector en Estados Unidos, como Archer Daniels Midland Co., interesada por ingresar al mercado cubano.
Cuba se negó a realizar importaciones durante más de un año, debido a una disputa sobre financiación, pero finalmente accedió a aprovechar la ley, después que el Huracán Michelle diezmó el suministro de alimentos en noviembre del 2001.
Desde entonces, Cuba ha pagado más de 1.500 millones de dólares por alimentos y productos agrícolas estadounidenses, dijo John Kavulich, asesor de políticas en el Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba de Nueva York.
Las exportaciones por 340 millones de dólares en el 2006 representaron un descenso de aproximadamente 3% respecto de las observadas en el 2005, que a su vez bajaron en comparación con los 392 millones de dólares vendidos en el 2004.
Kavulich dijo que la declinación obedeció principalmente a los subsidios y créditos generosos ofrecidos por Venezuela y China.
Pero Estados Unidos sigue siendo el principal abastecedor. Sus exportaciones principales a Cuba incluyen pollo, trigo, maíz, arroz y frijol de soya. Muchos de esos alimentos son suministrados a los cubanos mediante las raciones gubernamentales.
Estados Unidos envía también gaseosas de cola, mayonesa, salsa picante y caramelos, así como ganado lechero.
Kirby Jones, fundador de la Asociación Comercial Estados Unidos-Cuba en Washington, dijo que Alimport, la empresa importadora de alimentos en la isla, tiene toda una división dedicada a manejar las compras de productos estadounidenses.
Jones visitó Cuba este mes, con avicultores de Arkansas, productores de frijol de Nebraska y funcionarios portuarios de Corpus Christi, Texas.
"Cientos y cientos de ejecutivos estadounidenses han venido aquí", dijo. Los funcionarios cubanos "saben cómo hablar con nosotros".
Un asistente de Pedro Alvarez, presidente del consejo de Alimport, dijo que la empresa no puede emitir comentarios sin autorización de los funcionarios cubanos de prensa.
ESCRITO REDACTADO POR UN COSTARRICENSE.
Cuba, un enigma
Alejandro Miranda Lines, costarricense
El porqué de la longevidad del régimen comunista cubano es un enigma. Mayor resulta, para aquellos que hemos visitado la isla y nos hemos dado cuenta de primera mano de la miseria, el caos y la destrucción que impera en la que un día fue el paraíso del Caribe.
"En Cuba se paró el tiempo". Muchas veces se oye esa frase, pero su significado es difícil de comprender. Cuando se dice que paró el tiempo se habla sólo de los automóviles que circulan o de los edificios que son los mismos. Pero en Cuba no se paró el tiempo, ojalá se hubiese parado. Hay que estar allí para darse cuenta que el tiempo pasó como un huracán por toda Cuba. Aunque los carros y los edificios no cambien, el tiempo y la falta de cariño los han dejado en escombros. Pero, el tiempo pasó también por las mentes de la gente y esto es lo más grave. Más de 35 años de un régimen de mediocridad, han dejado su huella profunda. Hoy la gente es mediocre, porque sus líderes son su ejemplo. Hoy los edificios se caen al suelo, porque no tienen dueño, porque nada importa. Cuba es el reino de la desesperanza porque el mediocre reina y a quien sobresale le cortan las alas inmediatamente.
Llegar a Cuba impacta, porque, aunque no la cuiden, sigue siendo bella por fuera. Pero hay sólo que asomarse un poco en su interior, para darse cuenta que las cosas no caminan nada bien. ¿Cuándo fue la última vez que usted visitó un país donde el único tema de conversación era la desgracia de su situación? Si se habla con la gente, y si la gente le habla a usted, solo escuchará de necesidades, de la mala situación, del sistema. No existe otro tema y esto resulta triste.
¿Cuándo fue la última vez que visitó un país en el cual deben construir muros y barricadas y patrulleras y leyes para que sus ciudadanos no se escapen?
Mientras los países libres deben luchar para que inmigrantes ilegales no penetren sus fronteras, en Cuba deben luchar para que la gente no se vaya. No basta que más de un millón de cubanos no puedan vivir en su propia tierra, gran parte de quienes están allí quisieran irse.
En Cuba no hay libertad, no se puede opinar contra el gobierno, no se puede formar partidos políticos, no se puede viajar libremente, no existen las elecciones libres, ni la libertad de prensa, no se pueden formar asociaciones laborales, no se puede.., no se puede… Nada se puede. En Cuba no hay fraternidad, se incentiva a los ciudadanos a delatar a sus vecinos por las pequeñeces más insignificantes y se fomenta el odio hacia los disidentes y hacia cualquiera que tenga un punto de vista "antirrevolucionario". Por último, en Cuba no hay igualdad. Los cubanos son gente inferior en su propia patria. Los turistas y extranjeros pueden circular libremente y tener acceso a bienes y servicios que los cubanos no pueden ni oler. Inclusive, entre los mismos cubanos, existen clases marcadamente diferentes. Los "macetas" en el turismo y aquellos que trabajan para el gobierno viven mejor que el resto.
Resulta ofensivo verles por las calles con sus relojes Rolex y sus teléfonos celulares, no porque estas comodidades sean malas, sino porque están disfrutando de todas las creaciones del capitalismo que le niegan al pueblo y en contra de las cuales tanto han predicado durante tantos años. Contrario a esto, el resto del pueblo recibe salarios de hambre. No importando la actividad que desempeñen, un trabajador cubano gana alrededor de $12 por mes, una miseria en cualquier país del mundo. Al pueblo cubano, el sudor se lo pagan con hambre y con necesidades.
¿Qué justificación existe para mantener a un pueblo en este estado de falta de libertad? Si se viera progreso y prosperidad, tal vez se podría argumentar que el sacrificio de la pérdida de libertad tiene sus frutos. Pero no es el caso, en Cuba se pasa hambre. Un país que por su posición geográfica debería estar dentro del primer mundo, es una nación de necesidades y atrasos. No hay justificación para esta situación. Así como no hay justificación para mantener o cooperar para que se perpetúe este régimen tan injusto y nefasto.
Y en esto, al que le caiga el guante que se lo plante.
Para entender la situación de Cuba, hay que analizar de cerca el punto de partida. En 1959, Cuba era una nación cercana al desarrollo en muchos aspectos. Ocupaba los primeros lugares de América Latina en todos los índices económicos y, aunque esto no se comenta a menudo, también en los índices sociales. Cuba estaba sólo por abajo de Uruguay, Argentina y Costa Rica en el bienestar social de su pueblo y muy por encima de ellas en sus índices económicos. El verdadero problema cubano no era social, como lo han tratado de hacer ver, el problema era el gobierno de turno. La dictadura de Batista era progresista, pero cruel y corrupta. Removerlo del poder era importante para Cuba, pero hacerlo por medio de una revolución comunista era innecesario y ha resultado un total fracaso. Cuba hubiese sido una nación poderosa, si tan sólo se hubiera tomado un camino racional y moderado. Existía la posibilidad de tomar algunas medidas sociales correctivas y de sanear la corrupción pública, pero todo dentro de un marco democrático y pacífico. El potencial de Cuba era ilimitado, su gente trabajadora y progresista, su posición geográfica inmejorable, su belleza natural, su avanzada infraestructura. Todo estaba servido para un glorioso futuro. Sólo tienen que analizarse las tendencias de negocios de los últimos 35 años para realizar el potencial que tenía Cuba. Su belleza natural a sólo 90 millas de Estados Unidos la hubiese convertido en el centro turístico más importante de América y quizás uno de los más importantes del mundo. La fertilidad de sus suelos y su cercanía al mercado americano la hubiesen convertido en la capital de la fruta fresca de América, los contenedores de fruta hubiesen llegado a sus destinos sin necesidad de refrigeración. Empresas tan importantes como Bacardí y muchas otras, de capital cubano, hubiesen tenido su base en la isla generando millones de dólares en exportaciones. No menos importante hubiera sido la actividad financiera. Cuba hubiese podido ser la capital de la banca latinoamericana, suplantando a lo que ahora existe en Panamá, Bahamas y Gran Caimán. Por último, La Habana hubiese sido la puerta de entrada de Latinoamérica a Estados Unidos, cumpliendo la función que le tocó desempeñar a Miami, una ciudad que en 1960 no era más que un pueblito comparado con La Habana. Se podría seguir imaginando lo que pudo ser, pero veamos un poco lo que es.
Hoy Cuba, a pesar de haber contado con millonarios subsidios rusos, no es ni la sombra de lo que era en 1959. Esa es la primera prueba de que el régimen no funciona. Sin contar lo que pudo haber sido la Cuba de hoy, el país está peor que en el inicio del régimen. Culpan al embargo norteamericano, pero se olvidan de dos factores, uno es el subsidio y la impagable deuda rusa. El segundo es la razón detrás del embargo. Primero, el régimen cubano se benefició durante muchos años de los regalos que le hacia la URSS para mantener un satélite estratégicamente importante para sus pretensiones comunistas en América Latina.
El segundo factor es la justificación absoluta que tiene el gobierno americano para embargar a Cuba. Si a usted un amigo le robara todo lo que posee, ¿volvería usted a hacer negocios con él? En los años 60 el gobierno cubano nacionalizó, mejor dicho robó, billones de dólares en activos propiedad de ciudadanos estadounidenses sin ninguna justificación. ¿No cree usted que Estados Unidos tiene derecho a proteger las inversiones de sus ciudadanos? Si algo parecido le sucediera a usted, ¿no esperaría que su gobierno le apoyara?
Bueno, ¿Adónde están los millones de dólares que la URSS le regaló a Cuba en subsidios y en préstamos que nunca se pagarán? Ese es otro de los errores del régimen cubano. Gran parte de ese dinero se gastó en financiar el ejército más grande y poderoso de América Latina. Un ejército que ha cumplido misiones tan absurdas como pelear en Angola y Etiopía. El resto se dedicó a armar y a entrenar a las guerrillas comunistas de Latinoamérica, las mismas que han sembrado terror, muerte y desolación en todos nuestros países.
Pero, dejando de lado lo antes discutido, lo peor de Cuba no es su situación material por mala que se encuentre. Lo peor de Cuba es su situación mental. Los cubanos son un pueblo domesticado, un pueblo sin esperanza y sin sentido de lucha. Los cubanos perdieron su libertad hace muchos años y nunca han tratado de recuperarla. El culpable de esta atrofia mental es un régimen que apalea, que estereotipa y que miente. Un régimen de adoctrinamientos y prohibiciones que, lejos de buscar el bien colectivo, busca perpetuarse en el poder. Un régimen que hizo olvidar, con su propaganda, la diferencia entre el bien y el mal.
Una pregunta obligada salta a la mente luego de ver tanta injusticia ¿por qué nadie hace nada para luchar contra estas atrocidades? Luchar desde adentro es difícil pero, si uno está dispuesto a tirarse al mar en una balsa, ¿por qué no arriesgarlo todo luchando por cambiar su país? Probablemente, porque sienten que la muerte sería más segura y lenta. Al menos en una balsa hay alguna probabilidad de sobrevivir. Esa es la desesperanza que han parido los cubanos en sus mentes.
Lo más difícil de comprender es la posición que toma la comunidad internacional frente a Cuba y a sus líderes. Los cortejan, los invitan, negocian con el hambre y la libertad ajena. Se sabe que Cuba presenta muchas oportunidades de negocios, pero dejar de lado los principios para ir en busca de dinero no es una posición respetable. Luego de ver lo que es Cuba, se entiende que cualquier persona que negocie con un régimen como el cubano va en contra de los más altos principios del ser humano. En contra de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. En contra de la razón y de la justicia. ¿Será que a nadie le conviene una Cuba productiva y competitiva? ¿Será que la misma existencia de Fidel Castro le representa al resto de los países una segura entrada de dólares? En todo caso, la misma comunidad internacional que hoy persigue a Pinochet, debería ser igual de acuciosa en su condena al injusto régimen cubano.
Fidel Castro dijo hace muchos años, en su propia defensa, que sería la historia quien le juzgaría. Hoy llegó el momento de que la historia le juzgue y el resultado no es positivo. La historia tendrá que juzgarlo como el último de los tiranos militares de la América Latina del siglo XX, como el exportador de tristeza que ha sido. La historia tendrá que pedirle cuentas por el hambre y la falta de libertad de millones de cubanos. La historia deberá cobrarle la muerte que sembró y pasarle la factura de miles de exiliados que perdieron su patria a manos de la injusticia. La historia será implacable con el hombre que le negó a Cuba su gloria, que la sumió en el atraso y en la derrota de su propia alma.
En el corazón de Estados Unidos, Providence, RI han instalado, seguramente con dinero de Kastro, un restaurant llamado "The Cuban Revolution".
Repleto de fotografías y frases en las paredes del tirano y del Ché, a precios bajísimos ya que aparentemente el único propósito no es ganar dinero, sino hacer propaganda comunista y burlarse de los E.U., el restaurant se llena de estúpidos norteamericanos, admiradores del barbudo y en especial, conspiradores y terroristas.
Con platos especiales, sandwiches que califican de los mejores del mundo: "Fidel", "Bay of Pigs", "The J.F.K" con arroz y frijoles a precios reducidos en pleno barrio central, según sus dueños, inspirados en "estimular a aquellos revolucionarios que luchan contra las injusticias" Variado menú, cantinas a domicilio y música cubana.
Visita el sitio para que verifiques lo mucho que tenemos que combatir.....
PROYECTO VARELA
Por José
Ignacio Rivero
Hay quienes dicen que somos enemigos de Oswaldo Payá Sardiñas. No es
cierto. Eso lo creen sólo algunos de los “comecandelas” del exilio que en Cuba
frente al comunismo mantuvieron sus “cuerdas vocales” paralizadas cuando de
verdad se tenía hasta que gritar en contra de la desvergüenza fidelista. Nada
nos inclina jamás en contra de Payá como persona. Sólo discrepamos de su
“Proyecto Varela” porque estamos convencidos de que un referéndum o cualquier
otra cosa que se apoye en una ley comunista no puede jamás obtener resultados
positivos de índole alguna que resulten beneficiosos para la genuina y bien
fundamentada libertad de cualquier país.
Una
sola es la avenida por la que nuestra patria puede y debe transitar para
alcanzar su legítima democracia: el camino que conduce hacia el sufragio
universal. Comenzar a marchar por los vericuetos engañosos y traicioneros del
enemigo no sólo conduce a perder el tiempo sino que es darle un espaldarazo o
patente de corso al propio enemigo de la democracia para que se perpetúe en el
poder o haga caso omiso en este caso del referéndum en cuestión. Dijimos muchas
veces que Fidel Castro después de tantos años en su poltrona comunista y
habiendo conseguido siempre lo que había querido en más de cuarenta años de
opresión no iba a permitir que sus propios enemigos se valiesen de su propia
“ley” para el logro de ciertas y determinadas libertades. Los “Varelistas”
mantenían que era preferible arrancarle un solo pelo al lobo que dejarlo con
todos los pelos. Nosotros, los que jamás hemos transigido con el Castro
comunismo, ni con el comunismo a secas, no nos ha parecido nunca práctica ni
honrada la idea del “solo pelo”. Al toro hay que tratar de cogerlo por los
cuernos y al lobo hay que tratar de arrancarle todos los pelos de una vez
aunque se arriesguen el “torero” y el “cazador de lobos” a las cornadas y a las
mordidas respectivamente. Por esa actitud muchos en Cuba --por no referirnos a
muchos, muchísimos, en el mundo entero-- fueron a parar a la cárcel o al
paredón de fusilamientos. Las grandes y legítimas causas no se defienden y mucho
menos se ganan basándose en conformidades o dejándole al enemigo casi toda, por
no decir toda la victoria.
En Cuba hablamos claro. En ningún momento estuvimos indecisos en el
enfrentamiento periodístico ni jamás estuvimos con miramientos frente al enemigo
feroz de la patria. Dijimos todo lo que tuvimos que decir e hicimos todo lo que
tuvimos que hacer. Y cuando al final de nuestra azarosa jornada pudimos
librarnos de la cárcel y del paredón todo el mundo nos dio la razón. Nada
distinto hemos hecho ni dicho en el destierro. Creemos que para la verdadera
salvación de Cuba hace falta la intransigencia en contra del enemigo. Cuba jamás
podrá salvarse basándose en componendas o contemporizaciones con la feroz
tiranía. El hambre no se combate con migajas de pan. La democracia no se logra
con pedacitos de libertad. Nada se resuelve con arrancarle un pelo al lobo de la
revolución comunista. Nada positivo puede lograrse transitando por los caminos
de la conformidad o de la tolerancia frente a un despotismo implacable. La
intransigencia no es una mala palabra y mucho menos una mala intención cuando se
trata de defender o de conseguir soluciones dignas, sí, porque el caso de la
libertad o de la salvación total de la patria no admite remedios blandos ni
timoratos. Cuba está grave, gravísima. Está como una enferma casi incurable
ingresada en la unidad de cuidados intensivos de un hospital en medio del
Caribe…
(Tomado de
nuestro libro “Contra Viento y Marea” en proceso de impresión)
No hay Patria para los pueblos indignos: una
paradoja de nuestra promiscuidad política.
“Podréis arrancar al
hombre de su país, pero no podréis arrancar el país del corazón del hombre.”
José Martí
Estamos en
vísperas de otro primero de enero. Éste será el número 45 desde que en Cuba un
matón inteligente tomó el poder. Nadie entonces acusó a Fidel Castro de
representar un peligro para la humanidad, pero cuando vemos el legado que este
personaje ha dejado al mundo (no sólo a Cuba y los cubanos), dicho adjetivo no
parece quedarse fuera del tiempo y la realidad que nos aplasta. A medida que
algunos compatriotas agotaban su impaciencia, nuestra sociedad fue fragmentada y
brutalmente dividida hacia tendencias cada vez más rígidas y autovigiladas. Los
patriotas que intentaron una hazaña por Girón, fueron inmediatamente convertidos
en “viles invasores”. O peor, en el mercenario jactancioso de todo egoísmo
despreciable.
Todavía no he leído a nadie que me explique por qué los de la Brigada 2506 eran
mercenarios egoístas y los autorizados disidentes no.
Nuestro pueblo, pastoreable como no lo hay, devino copia y original de un pésimo
refrán: “Aprendiz de todos los oficios y maestro de ninguno”. De chivato a
general, da igual, tal y como lo dijo ese refrán. Pero lo más injusto es que
tildamos a los primeros rebeldes de “incómodos mercenarios del imperio en
territorio ajeno”, como si Cuba no fuera también de ellos, como si sólo ellos
intentasen imponer sus métodos inadecuados en un país que gozaba del perfecto. A
ellos entonces, a los primeros disidentes de hace 45 años va dirigido este
texto, con la esperanza de que sepan disculpar lo imbéciles que fuimos y lo
injustos que seguimos siendo todos los que cada día cambiamos de héroes como
mismo lo hacemos con nuestra ropa interior.
Todavía no leído a nadie que me diga por qué ellos no y los de ahora sí.
El pueblo de Cuba tiene (y tendrá) tendencia a la tolerancia frente a la
bravuconería. Sobre todo si meditamos en nuestras habilidades para hacernos los
desentendidos cuando en realidad somos los destinatarios. Ayer, como hoy, hubo
presos en Cuba, sólo que la diferencia es que algunos cubanos siguen calificando
a los pioneros como “villanos” y a los actuales como un “verdadero ejemplo”. Por
tanto, puedo decir que nuestra solidaridad no es otra cosa que el derroche de
elogios que los adulones dedican a las disidencias temporales. No en balde es
fácil notar (sobre todo entre los cubanos más cultivados de México, Madrid y
Estocolmo) cómo se lamentan de que ciertos intereses en Florida le roben
resultados a su “ideología de valor”.
Todavía no he podido leer a nadie que me justifique por qué su ideología sí y
las otras no.
Algunos escritos aparecidos en páginas como “Cuba Nuestra” y “Encuentro”, bien
claro que pueden complacer a los aficionados de la religión socialista. Pero
estoy seguro que la mayoría de sus incondicionales hubiera preferido algunas
descalificaciones más directas al exilio de Miami. Al fin y al cabo, en vista de
la celebración del 45 cumpleaños de la revolución socialista de Fidel, esto
hubiera supuesto un mayor beneficio en su tarea para dividir. Cada vez que una
pasión secundaria nos roba un tiempo substancial camino de la fama (ya sea
política o editorial), lo lógico es que el cubano intente consolarla con la
calumnia, las cizañas, o el desprecio camuflado de mesura política y desinterés
personal.
Todavía no he escuchado a ningún “técnico inyectaperros” calumniar a los padres
de estos cultos, democráticos, y ejemplares egresados universitarios cubanos.
Para ellos, los presos cubanos de hoy son los verdaderos héroes (¿y por qué
no?). Pero me gustaría saber por qué los presos anteriores a los de hoy son para
esta gente tan malvados. ¿Por qué esta gente subsidia amor a los disidentes en
Cuba? ¿Creen ustedes que es porque lo tienen (el amor) para derrochar? Yo creo
que esa pérdida intencional en la calidad de “machotes ranqueados” les está
compensada por una ganancia futura en la parcela del poder. Ya sé que en algunos
casos sería muy difícil, no sólo formular, sino mantener estos razonamientos,
pero seguramente todos estaremos de acuerdo en que nadie es mejor cubano que
otro por levantarse cada mañana con el himno nacional. Y por desgracia, la
solemnidad y los sermones “democráticos” de estos personajes los han hecho casi
que predicadores públicos.
Todavía no he leído que esta gente reconozca que gracias al exilio de Miami el
pueblo de Cuba se viste y come desde hace muchos años.
No hay un demócrata cubano que haya inspirado más comentarios al respecto que el
Sr. Oswaldo Payá, cuyo “Proyecto Varela” ha inspirado tantos artículos
secundarios como los que hacen trizas ahora a su “Programa Transitorio”. Y se
los juro, nada desearía más que poder creer que Payá invirtió bien el tiempo
desarrollando una visión clara y transformadora del camino hacia la libertad.
Pero me temo que no puedo tan siquiera sospecharlo. Por ello, y para calmar
cualquier duda que pudiera quedar entre los tantos literatos que abundan en
Escandinavia, España y Norteamérica, permítanme que les diga mí por qué. Oswaldo
Payá, a pesar de su “incomunicación”, ya no es un amateur (en el sentido
peyorativo del término), sino un negociador político notablemente respaldado.
Todavía no entiendo por qué el
supuesto “dialogo nacional” del Programa Transitorio excluye al exilio desde su
redacción.
No concibo que Oswaldo Payá haya podido realizar un documento de transición tan
complejo y mucho menos si hasta ayer nunca había demostrado semejante habilidad
legal. El documento puesto a circular por Payá no sólo muestra capacidad
jurídica y reconocida experiencia del problema administrativo cubano, sino un
talento de cara a la legalidad internacional que me lanza de cabeza hasta la
Duma Europea (sobretodo a la Duma de los socialistas españoles, franceses y
alemanes). Por tanto, y sobre la base de las conversaciones que mantiene Europa
con el dictador, ese documento posee una viabilidad aparentemente consensuada.
Me disculpan la pregunta, pero
yo quisiera saber por qué despiden a una enfermera de su puesto de trabajo por
firmar el Proyecto Varela, mientras que al líder del panfleto le permiten dar
conferencias de prensa y divulgar sin NINGUNA limitación (nacional o
internacional) su propuesta.
Todavía no he visto nada más
acertado que imaginarnos una variante a lo nicaragüense, como bien se ha
escrito.
Los que me conocen saben que no admiro los testículos de nadie (ni los míos, que
ya bastantes admiradoras tienen) y por tanto, no hay nada que deteste más que
ver cómo hay hombres admirándole los sacos a los otros. Si Cuba está como está
es porque en gran medida su pueblo está compuesto de gente como Carlos
Estefanía, como Rafael Rojas, y como toda esa constelación de huele-escrotos que
hoy escriben filosóficamente sobre el patriotismo en el exilio. Sinceramente,
creo que esa gente está muy insatisfecha, pero no por el destino que acecha a
nuestra Patria, sino porque no les han pagado lo que ellos consideran justo por
mantenerla como está. Veamos, la dignidad no es tan cara, ni está tan ligada a
las gónadas ajenas como para que la lectura de la historia se convierta en el
utensilio indispensable para su práctica integral.
Todavía no he visto a nadie combatir a Castro con tanto respeto y cariño como
estos personajes. Aunque hay más.
Por desgracia, esta gente se ha quedado anquilosada en sus títulos cubanos.
Sobre la base de ellos, juzgan intelectualmente a los que no les siguen. Pero
sobre todo, alguno hasta ignora que las calumnias emitidas contra los padres de
sus opositores políticos no les convalida su categoría profesional. Tan bajos
son (moralmente hablando) estos defensores del Proyecto Varela, que si yo fuera
Oswaldo Payá les esquivaba su compañía. Ningún hombre que base sus argumentos en
insultos contra los ancianos (en este caso contra mis padres) puede alegar
hombría duradera o categoría justa. Pero igual en todos los lugares nos
encontraremos con algunos trastos y todo tipo de papanatas. ¡Incluso en Madrid,
México DF, y para colmo, hasta en Estocolmo! Lástima que yo no sea agricultor
(ni entomólogo) y no recoja ni tubérculos ni tampoco trombicúlidos.
Todavía no he escuchado a ninguno decir: es cierto, nosotros también podemos
estar equivocados.
Como corolario y conclusión a este texto puedo adoptar la idea de que una
paradoja a la promiscuidad política de los cubanos la constituye esa diversión (anti-exilio)
de los aficionados al patriotismo socialista en Cuba. Estoy convencido que en el
más inocuo de los casos, esto les roba un tiempo precioso. Un tiempo que sí
podían haber dedicado (de manera más productiva) a criticar al tirano. El tiempo
perdido en criticar al exilio de Miami podría haber mejorado su patriotismo (aun
sin modificar en nada sus intereses políticos y personales en la Cuba de
mañana). Estos “graduados universitarios” no han podido llegar a nada en los
países en que viven. Quizás por ello necesiten regresar urgentemente adonde sus
títulos les permita ser “intelectuales”. Su prosa, no obstante, los define con
la marca de “hombres nuevos únicos”. Son élite.
Todavía no he tenido el inmenso placer de verles frente a frente, pero calma,
todo llega.
Si mis queridos lectores creen que lo que acabo de afirmar es indefendible, y
esa paradoja de la promiscuidad política debe ser ignorada, o identificada como
un impedimento para la comunión, la comprensión y la tolerancia entre todos los
cubanos, entonces cedo a ustedes la palabra. Creo que son ustedes quienes mejor
pueden dar una respuesta al dilema recurrente de nuestra realidad. Cuba y los
cubanos, más que víctimas de un tirano, somos víctimas de nuestra desunión, de
nuestra bravuconería barata, de nuestra cobardía innata y de nuestra insensatez.
¿Por qué razón, si no, la mayoría de los exiliados cubanos del siglo XX se han
pasado tantos años publicando y justificando esa intolerancia?
¿Y todavía falta mucho antes que ellos comprendan que lo hacen en el ámbito
equivocado y para un público carente de interés?
¡Que Dios bendiga
y dé salud a todos los presos cubanos!
A los de ayer y a
los de hoy: todos cubanos, todos valientes, todos víctimas.
Carlos Wotzkow