Por una cuestión de orden
Hace pocos días recibí por correo electrónico el siguiente texto:
La poesía es un bien común / la poesía es un bien de primera necesidad / la poesía salva al hombre / la poesía es imprescindible como el agua como el aire como el pan. / Los gobiernos del mundo deberían subsidiar la poesía / como también a los alimentos y los libros y las medicinas / el hombre tiene necesidad de poesía y de arte / tanto como de alimentos y educación y justicia / grande y urgente es la necesidad de comunicarse entre sí,
recuperar el arte perdido de la conversación el saludo / el abrazo entre las mujeres y los hombres del planeta.
Por eso se hacen los festivales / para eso convocamos a este festival / un festival donde quepan todas las artes que son una en bien del hombre, / una íntima fiesta en el corazón de cada ciudadano / y que la poesía salga al encuentro del hombre común, / destinatario y dueño al fin de toda obra humana. / La poesía tiene todavía cosas que decirle a los hombres que salieron / hace miles de años de las cavernas para no volver nunca a ellas / sino para admirar la hermosa silueta de los bisontes / la poesía no ha apagado nunca los candelabros de la verdad y la belleza / la poesía es el rostro iluminado por los mejores sueños del hombre en la tierra / la poesía es un instrumento / un arado una mano abierta / un puño alzado un pañuelo / un ánfora llena de agua limpia y fresca en el desierto / por eso debemos permanecer junto al agua primordial de la poesía / y juntar el fuego y danzar en su torno / y defenderlo de la borrasca y la tormenta y de la fealdad y el mal / que solapa su mano azul en la sombra.
Los poetas somos ciudadanos del mundo / defender y cuidar la belleza a como dé lugar / y conquistar y defender el aire como se cuida el fuego / no es sólo un derecho sino una hermosa misión / que le otorga un alto sentido a la existencia humana. / Convenzamos al hombre de que la vida debe ser preservada / y la cultura humana salvada / con la urgencia del que vislumbra el peligro y tiene el poder de la palabra. / y conjurar el silencio la intolerancia la violencia / la destrucción de la cultura que es la anulación / del hombre y su reducción a la nada.
Alcemos la voz de la poesía desde la catedral de la conciencia / y la buena voluntad / hasta las plazas públicas donde el fervor anuncia / que el amor no ha sido derrotado. / Que el hombre sepa que la poesía está a su lado
para iluminarlo y conducirlo como la libertad hacia la redención y la justicia / y la construcción de un mundo donde sea posible vivir, / donde le sea dado al hombre prolongar la especie en paz.
Y edificar una casa planetaria para todos, / sin distinción de raza, sexo, lengua, cultura, religión, credos estéticos o filosóficos. / Construyamos, poetas, un mundo donde sea digno vivir / los demás hombres y mujeres esperan de nosotros / mucho más que una bella palabra.
MANIFIESTO POETICO, XI FESTIVAL DE LA HABANA. AÑO 2006.
Ese XI Festival Internacional de poesía de La Habana cuyo manifiesto acaban ustedes de leer estuvo organizado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (estado cubano), la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (estado cubano), el Centro Cultural Dulce María Loynaz perteneciente al Instituto Cubano del Libro (estado cubano), la Comisión Nacional Cubana en la UNESCO (estado cubano) y la Sociedad de Beneficencia de Andalucía (con el presumible auspicio de la Junta de Andalucía).
En conclusión: el Festival, organizado por el actual gobierno cubano y por el actual gobierno cubano manipulado, es una más de las muchas actividades propagandísticas del régimen castrista.
Los poetas asistentes, es pues forzoso suponer, o son cómplices y partícipes de las acciones del gobierno o pseudointelectuales en busca de protagonismo y pesebre o simples marionetas utilizadas a satisfacción del gobierno cubano.
Esto, por supuesto, ni me sorprende ni me espanta ya que los cubanos que hemos tenido la suerte de escapar de la inmensa cárcel en que se convirtió la Isla de Cuba en 1959 estamos “curados de espanto”.
José Martí, el Apóstol de Cuba y de todos los cubanos, dijo: “El que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia y derriba lo que se levanta sin ella”.
Dijo también que “si es noble decir la verdad, lo noble es decirla toda. Ocultar la verdad es delito; ocultar parte de ella, la que impele y anima, es delito; ocultar lo que no conviene y decir lo que conviene, es delito”.
Delito que subleva y que reabre herida es ese Manifiesto. Y porque al utilizar conceptos como poesía, libertad, justicia, conciencia y buena voluntad entre otros, sus inspiradores hacen mofa de los mismos y sus signatarios llevarán a partir de ese momento las manos manchadas del espanto de un pueblo, es necesario recordar que incurren en grave delito.
¿Cómo pueden enarbolar la poesía como bandera los que durante décadas han hecho callar a los poetas que no cantan al son que ellos imponen?
¿Cómo se atreven a invocar la libertad quienes utilizan la represión más absoluta del “derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y hablar sin hipocresía”?
¿Qué justicia asiste a los que encarcelan cuerpo y pensamiento; torturan compatriotas; albergan y galantean terroristas; matan hermanos; odian y deshacen?
¿De qué conciencia se habla? ¿De la mala conciencia? ¿De la falta total de conciencia? ¿De la conciencia de Caín?
¿Qué buena voluntad preconizan ésos que han fusilado más de dieciocho mil cubanos; que niegan la asistencia sanitaria digna al pueblo; que hambrean a una población sin pan con el pretexto de un “bloqueo” que nunca ha existido; que niegan a los hombres y mujeres el derecho a su merecida dignidad de ciudadanos?
Es cierto. Martí lo dijo: “De que los poetas sean oídos, y se acerquen, y trabajen a la par, vendrá la paz humana: no poetillos de oficio, o de afición, ¡sino ésos que llevan en el alma como una luz que se consume de tanto como irradia!”
Pero también es cierto que cuando un hombre, poeta o no, se presta a engrosar la comparsa de lo inicuo, de lo nefasto, de lo doloso, desciende en la escala universal y se denigra, y denigra su obra, y denigra también su alma inmortal.
Y habrá logrado con su degradación el desprecio y la compasión de los hombres y mujeres honrados.
¡Es ése el precio del deshonor!
Eliana Onetti
Presidenta
Asociación Literaria Calíope
Nota Bene:
1) Discurso de Fidel Castro, el 30 de junio de 1961 en el acto de fundación de la UNEAC: “…Y tendrán cabida los escritores revolucionarios, Tendrán cabida ahora aquí, y sin contemplación de ninguna clase, ni vacilaciones, ni medias tintas, ni paños calientes, tendrán cabida únicamente los revolucionarios.”
2) Discurso de Fidel Castro del 30 de abril de 1971 ante el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura: “El problema que aquí se ha estado discutiendo y vamos a abordar, es el problema de la libertad de los escritores y de los artistas para expresarse. …dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie”.
3) Reporteros sin Fronteras, 19 de octubre de 2006: “El gobierno ha legislado desde la aparición de Internet en la isla. En junio de 1996, el decreto-ley 209, titulado "Acceso desde la República de Cuba a la red informática global", precisa que no se puede utilizar "violando los principios morales de la sociedad cubana y los textos legales del país", y que los mensajes electrónicos no deben "comprometer la seguridad nacional".
Para conseguir la acreditación obligatoria, los cubanos que quieren disponer de un acceso a Internet, o utilizar los puntos de acceso abiertos al público, tienen que dar una "razón válida" y firmar un contrato de utilización, con cláusulas restrictivas. Según el decreto-ley 209, el acceso se concede "en virtud de reglamentos que dan prioridad a las entidades e instituciones que pueden contribuir a la vida y el desarrollo de la nación". Pueden conseguirlo, a ese título, al margen de las embajadas y sociedades extranjeras, las personalidades políticas, los altos funcionarios, intelectuales, profesores universitarios, investigadores y periodistas oficiales, los ejecutivos de empresas culturales dedicadas a la exportación o de empresas de informática, así como la jerarquía católica. Los miembros de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC) disponen de su propio cibercafé, El Aleph, en el Instituto del Libro de La Habana, con acceso a su mensajería y a una red intranet nacional, que difunde las páginas Web oficiales.
En Cuba se puede condenar a veinte años de cárcel por algunos artículos contrarrevolucionarios publicados en sitios extranjeros, y a cinco años simplemente por conectarse al Net de manera ilegal”.
4) www.cubaliberal.org, enero 20, 2007: “El viernes 5 de enero de 2007, en el programa Impronta del canal Cubavisión, se presentó uno dedicado a la exaltación mediática de Luis Pavón Tamayo. Alli estaba, vestido de blanco, el que los persiguió y expulsó de sus trabajos, el que los llevó ante los tribunales laborales, los despojó de sus salarios y de sus puestos, quien los condenó al ostracismo y al vilipendio social, quien pobló sus sueños con las más atroces pesadillas, el que anuló la danza nacional, mutiló funciones del guiñol, quien llevó al exilio a artistas dispuestos a trabajar en su país y dentro de su cultura, quien persiguió a pintores y escultores despojándolos de sus cátedras y de la posibilidad de exponer sus obras, el gran censor de músicos y trovadores, allí estaba quien enseñó a los artistas cubanos un ejercicio apenas practicado en nuestra historia, el de la autocensura, inventor y propiciador de la mediocridad que llenó todo su período con obras que hoy felizmente a nadie le interesa recordar, no es el único cadáver insepulto que la Televisión Cubana trata de poner en circulación, sin que se sepa hasta hoy con justeza el porqué. Hace poco las víctimas de Jorge Serguera, antiguo Presidente del ICRT, lo vieron gesticular entre las velas de una especie de capilla ardiente, sin que se le moviera un músculo de la cara, sobre sus años de dirigente persecutor. Este tampoco pidió excusas, y muy por el contrario exclamó envanecido que no se "arrepentía de nada".
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Soñando Contigo
Si a lomos de un caracol pudiera cruzar el mar yo iría, Cuba, a buscar tus palmeras y tu sol.
Iría, si yo pudiera, a saciar mi sed de azul, volver a pisar tu arena, y embriagarme de tu luz.
Cuba, si yo pudiera, me iría al cañaveral y oiría los grillos cantar bajo la luna que riela.
Vería con ojos fervientes, desgranando para mí décimas en sus corrientes, el Cauto y el Yumurí.
Isla hermosa, si pudiera, volvería al Malecón en una noche cualquiera para aliviar el calor.
Tantas cosas haría yo, Cuba, si fuera posible: bailar al son de un tambor o cantar un danzón triste.
Llegar hoy hasta tu playa es sueño, es imposible. Ni pisar tu guardarraya es hoy para mí factible
ni andar caminos reales ni beber guarapo frío ni vislumbrar los palmares ni visitar el bohío.
Mi patria, yo bien quisiera, a lomos de un caracol, regresar a tu ribera y en tu ribera echar flor.
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Quisiera volver a ti para verte soberana, para sentirte feliz porque me siento cubana.
Yo bien sé que si volviera con de “turista” visado tendría lo que quisiera pagándolo de contado.
Pero no es regresar de visita lo que intento ni quiero yo presenciar de nuevo tu sufrimiento.
Mucho menos recordar quiero aquellos duros años. ¿Para qué martirizar el alma con tantos daños?
No, no es por deslealtad o desamor que no vuelvo. Es porque sin libertad no quiero vivir de nuevo.
Y como no puedo sola desatarte las cadenas, sueño que llegue la hora que ponga fin a tus penas.
Espero que los cubanos recuerden que para ti rosa blanca con las manos cultivó José Martí.
Pido por ti cada día sin esperanza ninguna que triunfe la cubanía que fue del mambí la cuna.
Y cuando pueda volver desde “distante ribera” como Byrne quiero ver libre tu hermosa bandera.
Si me llegara la muerte sabiéndote maniatada, maldecirá de tu suerte mi calavera burlada. Eliana Onetti
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El bohío cubano Por: Eliana Onetti
Taínos y siboneyes construyeron el bohío y edificaron caneyes a su más libre albedrío.
Lo usaron los españoles. De su recinto al abrigo aliviaban los calores y de la lluvia el castigo.
Alrededor del batey, un taburete a la puerta, y la sombra de un maguey coronando su silueta,
sirvió luego al campesino como rústica vivienda y descanso genuino al volver de la molienda. |
Con sus paredes de palma y su techumbre de guano era reflejo del alma de aquel guajiro cubano.
De aquél que con su guitarra décimas improvisaba; del que se inmoló en la guerra; del que sufría y sudaba.
Desde Mariel a Maisí salpicaba el horizonte bajo el cielo azul turquí, en la sabana y el monte.
El bohío es tan cubano como la palma real, el aguardiente, el habano, la caña y el cafetal.
Es un símbolo del lar que pervive en la memoria y que no quiero olvidar porque también es historia.
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20 de mayo de 1902
Instauración de la República de Cuba
Cuenta Ricardo Núñez Portuondo que el 20 de mayo de 1902 a las 12 meridiano, comenzó, en el antiguo Palacio de los Capitanes Generales en La Habana, el Acto oficial en el que el Gobernador Militar de la Isla, General Leonardo Wood, hacía entrega –en nombre del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Teodoro Roosevelt-, del poder y gobierno de la Isla de Cuba al primer Presidente de la República, electo por la voluntad expresa del pueblo cubano: el señor Tomás Estrada Palma.
A las 12:10 minutos, en el preciso instante que la bandera norteamericana era arriada en el Palacio, se ordenó su descenso en el mástil del Morro de La Habana y, a los acordes del himno de Bayamo –tras una salva de 45 cañonazos- el General Emilio Núñez izó a las 12:15 minutos la bandera de Narciso López en el Castillo de El Morro.
El pueblo estalló entonces en indescriptibles manifestaciones de júbilo patrio al presenciar la culminación del doloroso proceso de forja de la Independencia de Cuba, y su nacimiento como nación.
Hasta ese momento, y desde 1898, los cubanos habían tenido que sufrir una Intervención extranjera en suelo patrio en que la esperanza de libertad e independencia estaba sumida en incertidumbre debido a esa Intervención norteamericana. Cuatro años de lucha política y diplomática, sorda y dramática aunque incruenta, que tan bien plasmó Bonifacio Byrne cuando escribió Mi Bandera:
Al volver de distante ribera, con el alma enlutada y sombría, afanoso busqué mi bandera y otra he visto, además de la mía.
¿Dónde está mi bandera cubana, la bandera más bella que existe? Desde el buque la vi esta mañana ¡y no he visto una cosa más triste!
Con la fe de las almas austeras hoy sostengo con honda energía que no deben flotar dos banderas donde basta con una: ¡la mía!
En los campos que hoy son un osario vio a los bravos batiéndose juntos y ella ha sido el honroso sudario de los pobres guerreros difuntos.
Orgullosa lució en la pelea, sin pueril y romántico alarde: ¡al cubano que en ella no crea se le debe azotar por cobarde! |
En el fondo de oscuras prisiones no escuchó ni la queja más leve y sus huellas en otras regiones son letreros de luz en la nieve...
¿No la veis? Mi bandera es aquélla que no ha sido jamás mercenaria y en la cual resplandece una estrella con más luz, cuanto más solitaria.
Del destierro en el alma la traje entre tantos recuerdos dispersos y he sabido rendirle homenaje al hacerla flotar en mis versos.
Aunque lánguida y triste tremola, mi ambición es que el sol con su lumbre la ilumine a ella sola, ¡a ella sola! en el llano, en el mar y en la cumbre.
Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día, nuestros muertos alzando los brazos ¡la sabrán defender todavía! |
A partir de ese 20 de mayo de 1902, comienza la no menos patética historia de la República de Cuba, mediatizada por la Enmienda Platt, traicionada por sus mejores hijos, marcada desde su nacimiento por las desavenencias, las envidias, el orgullo desmedido, la avaricia y las corruptelas.
Hasta Estrada Palma, heredero de la obra de Martí, quien lo dejó al frente del Partido cuando se fue a morir en los campos de Dos Ríos, prefirió asesinarla antes que renunciar a su mesiánico orgullo de anciano prevalente. Olvidaron ¡todos! los deseos del Apóstol:
“Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto a la dignidad plena del hombre. En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre. O la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro del sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás: la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros hombres!.... ...¡Alcémonos para la república verdadera...!
Estrada Palma, aquel anciano patriota, olvidó que “la Patria es ara; no pedestal” y el 29 de septiembre de 1906, renuente a sacrificarle su propio orgullo, la entregó inerme a una nueva Intervención que duró hasta el 28 de enero de 1909. Después... Todos sabemos lo que sucedió después.
Yo recuerdo los “20 de mayo” de mi infancia, llenos de sol, de zapatos blancos de estreno, de paseos por el Malecón, de asueto feliz y de fervoroso orgullo mambí. Recuerdo los trajes de dril de los hombres y los vestidos multicolores de las mujeres con ojos de mayo, orgullosas de su palmito y de su elegancia. Y me pregunto dónde y cómo estaríamos hoy si hubiésemos sido entonces más conscientes de que la república era la herencia de quienes, con sacrificio de sus propias vidas, quisieron una Cuba “con todos y para el bien de todos”. Si hubiésemos tenido bien presente que nuestro disfrute debió haber sido más bien el sagrado e ineludible deber de mantener esa república incólume, pura y unida.
Porque los pueblos somos miopes, y olvidadizos, y cortos de entendederas, y desdeñosos de lo verdaderamente esencial y valioso, como aquella Eva que, inconsciente, despreciaba el alfiler de oro oscuro por prenderse al oscuro talle un diamante embustero. Así somos.
Y hoy, nuevamente, es 20 de mayo. Una nueva oportunidad para aprender de nuestros desaciertos, para evitar culpar a terceros de sus consecuencias, para reconocer qué hemos hecho mal y cómo evitar frívolos olvidos en el futuro que puedan hacernos cometer los mismos errores una y otra vez. Para acercarnos –espiritualmente al menos- al monolito de Avenida 41 y Buen Retiro en Marianao y repetir, con Enrique José Varona, que “Si los cubanos honrados se hubieran conformado, Cuba seguiría siendo colonia”. Y meditar en el significado de estas sencillas palabras que tan grande verdad encierran.
Si los cubanos honrados ¡TODOS! no nos hubiéramos desentendido en gran medida de las necesidades de nuestra Patria; si no nos hubiéramos conformado, Cuba sería –quizá- hoy una República en democracia.
Eliana Onetti
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¿Quién no recuerda que, frente a la Manzana de Gómez, se elevaba un majestuoso edificio que ostentaba en su cúspide, como torre iconoclasta, un murciélago negro?
Yo, que además viví durante años en la calle de Villegas, justo detrás, recuerdo que, de tanto verlo, ni importancia daba a la belleza de líneas del edificio en cuestión. ¡Tantas cosas buenas dábamos los cubanos por sentado que eran así porque no podían ser de otra forma!
Y sucedió que, teniendo que viajar hace muy poco a Málaga por asuntos profesionales, me encontré, sumergido entre naves y talleres dentro del polígono industrial Santa Teresa, un trozo de historia. Es el cortijo Bacardí. ¿A que nos suena el nombre?
Allí, cual en un pequeño museo, estaba no sólo el murciélago de marras, sino también la cabeza de Hatuey, muchas fotos antiguas de Cuba en tamaño cartel y ¡cómo no! los retratos de los Bacardí –fundadores de la más famosa marca de ron cubano- cuya iniciativa y visión comercial les llevaron a crear una prestigiosa empresa internacional.
Según parece, el hoy Grupo Bacardí recuperó una vieja casa de labor, antiguo convento abandonado, que data del siglo XVIII y lo restauró respetando la arquitectura de la época y tomándose el trabajo de utilizar para ello materiales originales. El resultado es un hermoso oasis con sabor y solera que refleja una época y evoca el pasado.
Los graneros, por ejemplo, conservan la techumbre y el suelo originales, así como los ventanales que sirvieron para aventar el grano en el pasado. Una sala-museo, un bar para degustación, una pequeña boutique con souvenirs y un hermoso patio interior lleno de silencio y frescor hacen del cortijo Bacardí en Málaga un acierto empresarial. Y sus rones, que volví a degustar después de tantos años, siguen siendo extraordinarios. ¡Enhorabuena, Bacardí!
Eliana Onetti