Cosmovisión
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Tras claro estribillo
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Sueño de invierno
Se cenó la puerta nadie estaba dentro, yo conmigo solo temblaba de miedo. Sin llave ni abrigo en aquel invierno las nubes lloraban como si corderos vinieran a abrirme el cerrojo terco.
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Los copos caían y agrupados tiernos tapiaban la entrada de mis aposentos. -Todo en el contorno enigma y silencio-.
A mi ángel custodio acudí con ruegos. Pronto un vendaval desde el ventisquero sacudió el portón y me brindó acceso. Así de repente desperté del sueño. |
Voces del silencio
Venga conmigo el silencio al circo de las palabras pudoroso en sus secretos desde la inicial jornada.
¿Y clausurado el torneo? Todo pasa y nada pasa.
Mantenga fiel sus misterios entre las voces más altas y los délficos desvelos en contemplación extática
¿Y entre los locuaces juegos? Todo pasa y nada pasa.
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Retenga sus pensamientos durante las hueras hablas en afónico concierto de disonantes guitarras.
¿Y en apócrifo apogeo? Todo pasa y nada pasa.
¡Qué frívolo es el rodeo ante sigilosas almas!
Con la virgen del silencio he rubricado mi alianza.
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Reflejos
Eran como reflejos entre luces y sombras, a veces en el cielo, a ratos en la atmósfera.
En verano destellos, en invierno aureolas. De día crisantemos y por las noches rosas.
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En los valles espectros, en los montes antorchas, en oriente jilgueros, en occidente alondras.
En el norte misterios, en el sur sordos dogmas, hacia la izquierda piélagos, y a la derecha costas.
Y en renglones inciertos la esencia de las formas.
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Entrada en el espacio
Cuando entró en el espacio no sabía del tiempo, el nombre de los astros ni la ruta del cielo. Ignoraba los vastos signos del universo y el mudo itinerario de los mares y océanos.
No
entendía los grados de los polos opuestos ni el temblor del acaso ni la tregua del sueño. Cuando avanzó hacia el atrio de inefables secretos vislumbró en sus vocablos sílabas del misterio. Comprende hoy los peldaños desde el umbral del centro bajo ojivales arcos al corazón del Evo.
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Algo sé de las noches
Algo sé de las noches en veladas de invierno cuando del Polo Norte vapulean los vientos.
Conozco bien las voces de los sufridos muertos vivos entre los hombres en voraz cautiverio.
Entiendo los azotes, las fracturas de huesos, las gargantas discordes de espíritus perversos.
Pero, inocentes pobres, ¿por qué lloran el duelo de sus vidas deformes en un mundo completo?
Mientras contemplo el Orbe perplejo indago al cielo.
Del libro "De tiempo, espacio y armonía" |