Alfonso Enríquez de Salamanca

 

Sin ambages



Sin ambages ni penurias,
sin temor ni sobresalto,
me lanzo al fiero asalto
contra las terribles furias
apostadas en las sombras
de mi mente y corazón.

No veo ya la razón
para temer sus desmanes
ni menguar en mis afanes
de entonar una canción
dedicada al sol naciente
tras una noche brumosa.

Caído estuve en la fosa
del desconsuelo infinito.
Me sentí como un maldito
en la celda pavorosa
del desánimo potente
que casi destruye mi alma.

Mas un instante de calma
me hizo ver nuevas alturas,
bellas y frescas venturas
de luces, color y palma
anunciándome gozosos
horizontes de grandeza.

De nuevo mi vida empieza
a vislumbrar nuevo soles
que ahuyentan las negras moles
de murallas de tristeza
con que las viejas arpías
pretenden esclavizarme.

 

Petición de ayuda

            Larga noche de insomnio pertinaz,
préstame tu fecunda inspiración,
la que otorgas a veces con fruición,
fruto maduro en mente capaz.

    Pasan minutos y no estoy en paz;
¡qué lentas las ideas en acción!
¡qué parco se presenta el corazón,
tibio, medroso, sin su clara faz!

    ¿Alcanzaré la aurora del consuelo,
la que premia esfuerzos denodados
y concede la gloria de un gran cielo?

    Ante mí tengo veinte mil soldados,
los libros y cuadernos de mi anhelo,
¡salvadme del dolor, mi bien amados!

 

 

Otoño nubloso


Entre la bruma y el viento
del otoño ciudadano
destacan las vestiduras
de colores gris y plano
y un continuo sentimiento
de posibles desventuras.

En la sierra huele a nieve,
suenan a blanco los pinos,
se difuminan las peñas
y no se escuchan los trinos
del ave cantora y leve
que moraba en esas breñas.

Recorren los ciudadanos
con rapidez sus trayectos.
Ya no pasean calmosos
ni con alegres aspectos
por los jardines urbanos
en verano tan hermosos.

Vuelven del trabajo presto
los que ganan su jornal
refugiándose en sus lares.
En el salón principal
todo se halla dispuesto
para aliviar los pesares.

Días de nubes cenizas
y lluvias intermitentes
que obscurecen la ciudad
y los campos adyacentes.
Sufrimos vuestras palizas
con la mejor voluntad.

La luz veremos después
con sus hojas amarillas
y una alfombra de color
en las veredas sencillas
patearán nuestros pies
tras las lluvias y el vapor.
 

 

 

Un día de lluvia
 

La lluvia me encierra en casa
y en mi despacho medito,
leo, escribo y admito
que mi fantasía abrasa
las meninges de mi mente
pues no hay labor más urgente
que inventarme un mundo aparte.

Para empezar el descarte
de lo feo y malvado
finjo ser un agraciado,
un artista que reparte
bellezas y donosuras
aunque sé que estoy a oscuras
sin la luz de mi intelecto.

Mas sueño que soy perfecto,
que mi verso incandescente
encandila a mucha gente
y me concede su afecto.
Así, con esa ilusión
se me ensancha el corazón
ante tanta maravilla.

Por mi tierra de Castilla,
la de Raimundo y el Cid,
recorro como adalid
campos de sol y trilla,
ciudades con sus murallas,
de sus artistas las tallas
y un idioma claro y fuerte.

En eso ëstoy de suerte,
no he de aprender el inglés
ni el alemán ni el francés
para que mi verso acierte
a emular viejas canciones
de aquellos sabios varones
que escribieron bellas trovas.

Me refugio en mis alcobas
pues no cesa de llover
llegando el atardecer
con ansias de fieras lobas.
Los ojos abro y despierto;
estoy solo en mi desierto,
¡qué gran dicha y qué placer!

 


El Proyecto


Quiero erigir un palacio
con material de mi letras,
sencillo mas elegante,
acomodado y galante.
Sin prisas, mas no despacio.

Tengo el terreno adecuado,
dovelas para los arcos,
ideas y sentimientos
que se alinean contentos
para formar un terrado.

Hacia el bosque, los balcones
que recibirán la brisa
de metáforas cordiales
con la gracia y las sales
de las rústicas canciones.

Una torre vigilante
me avisará enseguida
de bellas odas y rimas
procedentes de las cimas
en donde habita un gigante.

Sobre todo, claridad,
no confundir a la gente
con formas que nada valen
y de las tinieblas salen.
Busco sólo mi entidad.

Piedra a piedra, verso a verso,
así han de crecer los muros
de poética ilusión
coronando la mansión
con un paisaje diverso.

  

 

Invitación

 

 Cerrada está mi ventana,

atrancada para extraños,

pero quiero que tú entres

en el cuarto de los sueños

de mi vida de poeta

y me cuentas tus secretos

como yo los míos narro.

 

Recítame tus vivencias

sinceras de pensamiento,

que yo lanzaré al viento

para que alcancen tu frente

mil poesías de mi mente

que aguardan tu complacencia.

 

Triste te encuentro, mi amada,

y de amores tiernos falta.

¿No será tu fantasía

la que busca la ordalía

de la desgracia buscada?

Busco ofrecerte con calma

en mi sala de los cuentos

odas de amores a cientos,

mas si no me otorgas tu alma

se pierden todos míos versos

en el mundo de los vientos.

 

Entra en mi oscuro rincón

donde fabrico locuras

de cien historias maduras

plenas de sobria intención.

 

Rompe el dintel de mi puerta,

que su madera es muy floja.

Basta que aprietes su hoja

para que quede entreabierta

mi habitación de ilusión.

 

 

Disputas de novios

 - El novio-

 

Ahora que ya no me oyes

me quisieras escuchar,

reclinada tu cabeza

entre flores de azahar,

una mano que acaricia

y la izquierda en un rosal.

 

Son los sueños que ahuyentaste

al tratarme con desdén

cuando cerca me tenías

en una estación del tren;

tú, destino a Salamanca,

viajando yo a Bailén.

 

Los dos trenes demoraron

su salida original.

Dos horas les esperamos

con disgusto y ansiedad,

y tú te enfadaste tanto

que me diste un recital.

 

De quejas y de reproches

y motivos de rencor

sin concederme un momento

para mostrarte mejor

ese mi gran sentimiento

de impaciencia y de ardor.

 

Te despediste muy fría

al dejar aquel andén.

Sólo dijiste contenta:

¡ ya me puedo ir, qué bien!

subiendo las escaleras

a velocidad de cien.

                       - La novia-

 

Perdona si te replico

tus falsas acusaciones

carentes de fundamento

y plenas de sinrazones.

Reconoce que tú sueñas

por sentir mis achuchones.

Yo te confieso sincera

que deseo tus abrazos.

Pero quien se mostró zafio

en su hablar de duro trazo

fuiste tú en tu impaciencia

por apretarme los brazos.

 

Recapacita, te ruego,

y no te enfades conmigo,

que dispuesta yo me hallo

para volverme contigo,

superado este disgusto,

como muy buenos amigos.

 

 

 

Súplica

 

 

 Acuérdate de mí, amada Musa,

la del nombre de amor, graciosa Erato.

Envuélveme una vez en arrebato

de poética embriaguez con voz difusa.

 

El soplo de los dioses por ti se acusa

en el hombre o mujer que en este rato

a tus dones graciosos no es ingrato

dejándose llevar por chispa ilusa.

 

Otorgas a quien quieres, bella Erato,

la rima de tus versos, la fragancia

del dulce pensamiento, la cadencia

del ritmo acompasado en las estrofas.

 

Concédeme pues tal don, suave y grato,

para poder cantar sin miedo a mofas

las bellezas tranquilas de tu gracia,

los destellos vibrantes de tu encanto.

 

 

 

Ulises 3

 

     Perdida su barca está

entre brumas solitarias;

frías, densas, angustiosas.

La ola que viene y va

pronuncia palabras varias

de amenazas tormentosas.

 

     Solo está, no ve nada,

gris sobre gris, el vacío,

ÿ un silencio total

que ronda la madrugada.

Siente gran temor y frío

en el rincón abisal.

 

     Pasan las horas despacio

mas al fin él ve brillar,

de vez en cuando un momento,

la farola de un palacio

constrüido sobre el mar.

Es la mansión del aliento.

 

     Una chispa de esperanza

se abre camino en su mente.

Podrá alcanzar el puerto

si con brío y confianza

atraviesa muy valiente

las gasas color de muerto.

 

     No lo dudes, marinero,

la costa no está muy lejos.

Sal de la trampa traidora,

dedícate por entero

a sortear males viejos

de eficacia turbadora.

 

     Ganó Ulises la partida

salvando barca y vida.

 

 

Abstracción en lo bello

 

Abstraerme, no hacer caso,

ser sordo y ciego con ello,

lo superfluo y baladí.

Y concentrarme justo aquí

para darle un buen repaso

al jardín florido y bello.

 

Mucha gente criticona

saca defectos a cientos

cual si fuere su tarea,

“La losa se balancea,

faltan fuentes en la zona,

los trabajos van muy lentos”

 

De los pájaros escucho

miles de alegres piares;

gozo de tranquilidad

entre tanta soledad;

disfruto por tanto mucho

contemplando los pinares.

También en la vida debo

rehuir enfados necios

que no resuelven problemas

sino que son los emblemas

de cerebros poco recios

que se engañan con placebo.

 

Oigo el tráfico rodante

mas no escucho tales ruidos,

enfrascado como estoy

en la mañana de hoy,

por la belleza pujante

de los macizos henchidos.

 

 

Acuarela con almendros

 

Cercana ya primavera

dan sus flores los almendros.

Su color blanco morado

se combina con el prado

que sustenta sus raíces.

 

Con tu visión me bendices,

parque sereno y tranquilo.

¡Qué agradables son tus vistas,

obsequio para ärtistas,

invitación de acuarela!

 

 Naturaleza desvela

sus conocidos prodigios.

Durante varias semanas

disfrutaremos con ganas

la magia de los colores.

 

No me causa sinsabores

la brevedad de este cuadro.

Aprovecharé el momento

para disfrutar sin tiento

de esta pintura genial.

 

Es un ambiente cordial

lo que me ofrece el jardín.

Almendros, pinos y césped

me saludan como huésped

deseándome gustosos

sentimientos venturosos.

 

 

Insomnio feliz

 

¿Qué quieres, Noche, de mí?

Tu silenciosa llamada

me arranca del dulce lecho

para velar junto a ti

en mi habitación sagrada

con ánimo satisfecho

y sin rencor aparente.

 

Tengo el tiempo suficiente

para interpretar al piano,

escuchar discos y cintas,

leer con calma paciente,

escribir de propia mano

unas historias sucintas

y algún que otro lindo verso.

 

Hë ahí mi üniverso

en las tardes y mañanas.

Pero hoy no tengo sueño,

como si fuera el reverso

de unas horas circasianas

que se quedasen sin dueño

y reclamaran un amo.

 

Como tal ser os reclamo

y ordeno que me inspiréis

cantos de serenidad

donde doncella con ramo

me ofrezca de flores seis

y alabanzas de verdad

por mi buen comportamiento.

 

Toman la lira con tiento

mis bellas esclavas rubias,

completamente desnudas,

ejecutando el acento

de tonalidades nubias

mezcladas con las agudas

de sus montaraces sierras.

 

¡Gloria, Alfonso, en las tierras

donde florece tu genio!

¡Amo bondadoso y tierno,

enemigo de las guerras!

¡Contigo firmó un convenio

la Musa del amor eterno!

¡Te queremos, caro vate!

 

En esto, Morfeo late

y me ensombrece la mente.

Negras nubes oscurecen

con un velo turbio y mate

el cuerpo bello y turgente

de Adelaida Turgarecen,

mi odalisca preferida.

 

Y se me acaba la vida

del ingenio prodigioso

debiendo volver al lecho

donde me duermo enseguida

en profundo sueño hermoso,

descansado y en barbecho.

 

 

Sensaciones

 

Tras días de intensas lluvias

gozo de un sol generoso

que me calienta y anima,

me estimula y me fascina

con sus imágenes rubias

en un suelo esponjoso.

 

Hoy me siento más contento,

menos triste y apagado,

más propenso a la poesía,

más feliz en este día.

Noto surgir el aliento

en mi pecho esperanzado.

 

Oigo ruidos de ciudad

pero mi mente prescinde

de su pasado reciente.

No quiero ver a la gente

pues prefiero soledad,

aislado en mi propia linde.

Influye con su energía

el astro rey en mi älma.

Ya me acaricia y me besa

y su encanto que no cesa

produce en mí tanta calma

que estallaré de alegría.

 

¡Númenes de cielo y tierra,

Musas, náyades y hadas,

seguidme dando consuelo

a través del sol sin velo

que me lanza bocanadas

de rayos en son de guerra ¡

 

Mas una guerra de amores

escoltando mis ardores.

 

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