Ana Valdés-Miranda

 

ACASO


a Estrella García

    Acaso nos encontremos de nuevo
sin este desconcierto de colores
lejos de esta avalancha de grises transparentes.
Y no volvamos a ver esa tormenta
que en marzo nos llenó el rostro de diluvios
y podamos volver a dibujar paisajes
y a decorar diáfanos áticos con rosas.

    Acaso volvamos a hablar a media voz
de nuestros sinsabores
devorando tan sublimes tapas
embebiéndonos en vasos de cerveza
redimiendo perfumes en aquel bar de la Latina.
Quien pudiera afirmar que la luz se detiene en la pupila
dejándonos sin esa suave sonrisa ebria.


 

EL ABRAZO



        Me abrazo toda al pecho que me habita
en abatido choque voy rozando
toda esa piel que el calor va invocando
con el fuego del roce que palpita.

    Nada lo suple y todo lo incita
la eternidad y el tiempo van flotando
en sudores que voy pulverizando
por todo el sentir que en silencio grita.

        Me aferro a tus mares en gruesas olas
en aluvión de espumas relucientes
cuesta abajo nadando a tu costado

        con álgidas alas haciendo aureolas
inmersa entre nubes venciendo puentes

risas y dolor, todo asimilado.
 

 

 

El   SUEÑO  ASTILLADO

No hay peor ciego que el que no quiere ver...

 A Juan Antonio Montaraz

 

Ese sueño tan miope y fenecido

 al que vas abrazado ciegamente

y en su  furia de amor tan convincente

redimió un argumento demolido.

 

Aferrado a un concepto ensombrecido

de qué vale en la sombra a tu costado

urgir ese fantasma mutilado

que al reverso de él vive vencido?

 

Preso en esa agotada geografía

se tornó su catarro en afonía

y en un retórico dolor nublado.

 

Y ese amor fracasado y zozobrante

que entre escombros se esconde sollozante

sucumbe en la batalla pisoteado.

LA  PALMA

(Soneto a Cuba)

 

 

Reposa allí  la palma decorosa

que se agita como una llamarada

en medio de una inhóspita alborada

exhibiendo su herida dolorosa.

 

Cuanto dolor asumes sigilosa

cual frágil cabellera enmarañada

que retoza en quimérica hondonada

   derramando su sangre vigorosa.

 

Agitarás tus alas indomables

procurando penachos admirables

para que nazcan lúcidos  ramajes.

 

Laurearás tu bandera con nobleza

esparciendo tu diáfana belleza

ensalzando de nuevo los paisajes.

 

Han de ser flores...

 (alejandrinos)

 

 

    Quiero dormir inmersa en los lustrosos parques

fingiendo los espacios que anidan  los gorriones

desvelando los sueños que dormitan  desnudos

recostados al hombro de la oscilante almohada.

 

        Y despertarme ausente  ajena  a las resacas

    rindiéndome en el pecho que ofrece amaneceres

    arropándome siempre sumida a las acacias

    cobijada  en la verde y sublime  espesura.

 

                Surgir  airosamente  con el libre albedrío

        cribando en la floresta, gimiendo plenitudes

        evocando jardines, coronando azucenas

        despojada de lastres, pletórica y serena.

 

                    Ser la playa donde el mar se acerque derribado

            prodigioso y cansado por emotivas olas

            con el reclamo turbio de su azarosa furia

            enardezca su orilla con salitres y  arenas.