VIAJE A CUENCA
La ciudad de Cuenca, por su estratégica situación entre las hoces del Júcar y el
Huécar, debió ser lugar habitado fortificado en la antigua Celtiberia.
La primera noticia cierta que se tiene de Cuenca, es de textos árabes del 784,
unos setenta años después de la llegada de árabes y bereberes.
Se sabe que por el año 711 fue dominada por los musulmanes, a raíz de la
conquista de Toledo, por Tarik ben Zeyak. Hacia 1011, Ismael Beni Dilnún, señor
de Uclés, toma Cuenca y la convierte en capital del distrito, que pasa a
llamarse desde entonces cora de Kiunka.
De su pertenencia al imperio romano han quedado abundantes huellas,
especialmente en Segóbriga, una de las urbes más importantes, junto a Ercávica y
Valeria.
A finales de ese mismo siglo el rey de Castilla, Alfonso VI, se casa con la
princesa Zayda, y Cuenca se convierte en dote de ésta. Posteriormente volverá a
manos árabes, hasta que en septiembre de 1177 es conquistada definitivamente por
Alfonso VIII.
Poco después se le designa sede episcopal, y el mismo rey le concede un fuero
con amplias libertades y grandes privilegios, que será ejemplo para muchos otros
otorgados posteriormente por la Corona.
Los reyes le conceden el control de extensos pinares de la serranía, lo que
proporcionará a la ciudad importantes recursos económicos.
En la segunda mitad del siglo XII, Alfonso X le concede el título de ciudad.
Se vive un relativo esplendor a lo largo de la Baja edad Media por la pujanza de
la industria textil comercio de lana, artesanía y riqueza ganadera. También
destacaron las industrias del vidrio, del papel y la acuñación de moneda.
Cuenca se pone inicialmente del lado de Toledo en el conflicto de las
Comunidades (1520-22), aunque su resistencia es menor y pronto cederá a las
pretensiones de Carlos I.
Durante el siglo XVI continúa desarrollando un importante comercio de lana, que
entrara en crisis a comienzo del XVII, al aparecer otros centros productores de
mayor calidad y menor precio. Este hecho se refleja en su población que pasa de
los 12.000 vecinos que la pueblan en 1591 a poco más de 3.000 en 1640.
A lo largo del XVII continua imparable el declive en ganadería y la
correspondiente industria lanar, y en el siglo posterior el obispo Palafox
intenta remontar la crisis con la instalación de una fábrica de alfombras y
paños.
Durante la guerra de la Independencia fue saqueada por los ejércitos franceses y
recuperada por las tropas de Juan Martín el Empecinado. Volverá a ser escenario
bélico durante la tercera guerra carlista, cuando sufre asedio en 1873.
El siglo XIX supone un repunte en el declive al explotar sistemáticamente la
riqueza maderera de la Serranía y con la llegada del ferrocarril en 1885. Es el
momento en que se comienza a diferenciar claramente dos partes muy señaladas en
el casco urbano: la parte alta, medieval y barroca, que empieza a despoblarse, y
la parte baja como residencia de las nuevas clases medias.
Catedral de Nuestra Señora de Gracia.-
Según cuenta la tradición, cuando Alfonso VIII entró en Cuenca en 1177, dándole
un nuevo impulso a la conquista del a tierra conquense, lo hizo llevando una
imagen de la virgen que mandó poner en la recién consagrada mezquita. En 1183, a
iniciativa de la reina Leonor de Plantagenet, sobre el solar en el que levantaba
la mezquita, se comenzó ala construcción de la catedral, que fue consagrada por
el obispo Ximénez de Rada en 1208. En el siglo XIII se erigieron las naves.
La catedral es un edificio muy complejo, en el que se aprecian restos de
transición del románico al gótico, otros del XIII con claras influencias
normandas (algo excepcional en España), e intervenciones del siglo XV que
cambian sustancialmente su fisonomía.
Es el ejemplo más temprano del gótico en España. Su planta es de cruz latina con
tres naves y nave única en el crucero.
El hundimiento en 1902 de la torre del Giraldillo afectó a la fachada y obligó a
la construcción de la actual neogótica.
Es digno de mencionarse la Torre del Ángel, obra excepcional de la primera fase
de la construcción; el Transparente, obra barroca de Ventura Rodríguez, que
contiene el altar y sepulcro de san Julián, realizado en mármol, jaspe y bronce
dorado. La Sacristía y la Sala Capitular de los siglos XV y XVI.
Pero lo que da fama al templo es el Arco de Jamete, que sirve de acceso al
claustro realizado en 1546. El claustro también es renacentista, trazado por
Valdelvira, y ejecutado por Andrea Rodi. Lamentablemente ha sufrido varias
transformaciones, siendo la última en el siglo XVIII, que desvirtúan su proyecto
original.
Adosado a la catedral está el Palacio Episcopal, comenzado en el siglo XIII,
aunque realizado en su mayoría en el siglo XVI y rematado por una fachada del
XVIII.
El Ayuntamiento, obra del XVIII, se encuentra en la Plaza Mayor. Es de dos pisos
sobre una triple arcada de medio punto, prototipo característico del barroco.
Los restos medievales se reparten por toda la ciudad como la Casa del Curato, un
ejemplo de arquitectura civil, reformado hace unos años.
San Pedro es una de las iglesias de origen gótico, es una de las iglesias más
antiguas, que junto con la de San Martín al parecer están construidas sobre
sendas mezquitas de barrio. Son interesantes los Rascacielos, dos conjuntos, uno
asomándose a la hoz del Huécar, con treinta edificios cuyas fachadas traseras
son de ocho a diez plantas y tienen acceso desde la calle Alfonso VIII, y los de
la hoz del Júcar a lo largo de la bajada de san Miguel. Son viviendas de origen
medieval sobre solares estrechos y largos realmente pintorescos.
Una de las vistas más fotografiadas es la que se aprecia desde el puente
metálico sobre el río Huécar o desde el Convento de San Pablo (actual Parador
Nacional), con iglesia del siglo XVI que se cierra con una magnífica portada del
siglo XVIII.
Seguramente
todos estaremos de acuerdo en la imagen más típica de Cuenca son sus Casas
Colgadas, edificios emblemáticos cuyo origen y traza medieval han sido
profundamente reformados en el siglo XX. Albergan en su interior el Museo de
Arte Abstracto y un Mesón Típico.
La Casa de la Sirena es un edificio de tres plantas de carácter popular y forma
parte del conocido mesón. Adosada a ésta se encuentra la Casa del Rey, realizada
desde el siglo XIV al XVI en gótico popular.
Asimismo es destacable la presencia de restos barrocos, como San Felipe Neri, de
la que sólo se conserva el exterior, ya que su interior se destruyó en 1936.