Un soldado de la libertad en LA NACION
por Hugo Beccacece
de la redacción de La Nación
José Martí, el prócer cubano, llamado el Apóstol por sus compatriotas, tuvo una estrecha relación con la Argentina y particularmente con LA NACION. Desde los dieciocho años vivió desterrado, añorando a su patria cuya liberación de España buscaba de un modo apasionado y heroico. Peregrinó por Guatemala, México y los Estados Unidos. Ese recorrido seguramente influyó para que su pensamiento fuera hondamente panamericano. Magnífico escritor, autor de obras de teatro, una novela y hermosos libros de poemas, Martí sobrevivió en el exilio gracias a su labor de periodista. Escribió para varios diarios de América latina y durante casi nueve años, de 1882 a 1891, fue colaborador de La Nacion. A pesar de que nunca estuvo en la Argentina, siempre se interesó por lo que pasaba en este país, por sus héroes y escritores. Entabló una cálida amistad epistolar con Bartolomé Mitre, el director de este diario, fruto de la discusión de temas de trabajo que los llevaron a profundizar la simpatía inicial y a explayarse sobre ideales comunes.
La primera colaboración de Martí, fechada el 15 de julio de 1882, se publicó el 13 de septiembre de ese año, y es la que hoy se reproduce en las dos primeras páginas de este Suplemento. Crónica ejemplar de una ejecución que conmovió al mundo, resulta imposible no compararla con la pintura de una escena semejante que hizo Truman Capote, ochenta años después, en A sangre fría , la célebre novela del autor norteamericano. Más allá de algunas concesiones a la retórica de la época, el relato de Martí de la muerte de Guiteau, el asesino del presidente James A. Garfield, es de una modernidad asombrosa. La agudeza de la mirada, los recursos expresivos que utiliza Martí, demuestran que el Nuevo Periodismo, practicado y pregonado por Tom Wolfe y sus secuaces en los años 60 y 70, inventó muy poco.
Después del debut del cubano proscripto en LA NACION, Mitre, en una amable carta, le explicó las razones de algunos cortes que había sido necesario practicar en aquella primera publicación. A partir de marzo de 1883, el escritor comenzó a enviar regularmente sus "Cartas desde New York", dirigidas al "Señor director de LA NACION". Los artículos, muy extensos, aparecían dos, tres y hasta cuatro veces por mes. El diario se imprimía entonces en lo que en la jerga se llamaban grandes "sábanas". El desarrollo que Martí le daba a sus cartas armonizaba con las dimensiones homéricas de esas páginas. Los temas que trataba en esa correspondencia eran muy variados. En uno de sus envíos, se ocupa, por ejemplo, de contar la vida de los ingenieros Roebling, padre e hijo, que proyectaron y levantaron el puente de Brooklyn. También se refiere a escritores y artistas. En la carta del 11 de enero de 1885 hace un gran elogio de Mark Twain, al que califica de "primer humorista norteamericano", y de la cantante Adelina Patti ("coqueta y pizpireta"); además, pasa revista a la actividad teatral y operística de Nueva York. No hay actividad de la ciudad que le resulte indiferente. Comenta exposiciones de agricultura e industria, pinta coloridamente encuentros deportivos y, por supuesto, también analiza la política del país en el que está refugiado. Resume, por ejemplo, la historia de las reducciones indígenas y elogia la posición del presidente Cleveland, que "en vez de echarles en cara (a los indios) la ignominia en que viven, está decidido a llevar la culpa de ella y a levantarlos por un gobierno justo a la condición de hombres. No quiere insectos ebrios este presidente Cleveland: quiere seres humanos."
Con una gran independencia de criterio, Martí enaltecía en sus artículos la grandeza del pueblo de los Estados Unidos, pero también criticaba con cierta imprudencia (para un expatriado) la vocación imperialista de la joven nación y alertaba contra los peligros que de ella derivaban. Su personalidad y su prédica por la dignidad humana despertaron simpatía en los gobiernos argentinos. Fue así como, a pesar de no haber nacido en el país, fue nombrado cónsul de la Argentina en Nueva York. Más tarde, también el Uruguay le dio un cargo equivalente.
La última colaboración de Martí en LA NACION se publicó el 20 de mayo de 1891. El patriota cubano renunció a la página de Mitre, así como renunció a su puesto de cónsul, porque había resuelto consagrarse por completo a la lucha por la libertad de Cuba y no quería comprometer a sus amigos argentinos con la actitud política y el comportamiento revolucionario que iba a adoptar.
En abril de 1895, el poeta de Ismaelillo , de Versos libres y Versos sencillos , el hombre que había bregado por la independencia de su país por todos los medios posibles, se convirtió en soldado revolucionario. No le bastaba con ser uno de los escritores que mejor había defendido la causa de la liberación americana, quería ofrecer su cuerpo en esa lucha. Tres balas terminaron con su vida el 19 de mayo de 1895 en Boca de Dos Ríos.
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