ESTOY EN PAZ CON LA VIRGEN

por Tiburcio Sanz

 

    Hay en la provincia de Burgos (España), un pueblo,  Pancorbo, sencillo, de costumbres auténticamente cristianas. Su Patrona es la Virgen de la Encina. A las afueras del pueblo y a una distancia de un kilómetro y medio hay un santuario de la Virgen.  A la entrada del santuario, a un lado, hay una gruta con una imagen de la Virgen, y unos bancos de piedra a los lados. La gruta está protegida con una verja y allí, dentro, arrojan los devotos de la Virgen sus monedas como una demostración de su piedad. El camino desde  el pueblo hasta  el santuario está flanqueado por sendas hileras de acacias, que sombrean el camino en verano y en invierno dejan pasar los rayos del tibio sol de Castilla. A la Virgen van todos los días las ancianas del pueblo  en compañía o solitarias rezando el rosario o contándose los <milagros> de sus vidas. Nunca acaban. También, los domingos, van al santuario las mozas, seguidas, de lejos, de los mozos del pueblo  que se van fijando en aquéllas por las que sienten más simpatía. Y también, sobre todo en invierno, cuando las labores del campo no son tan urgentes, acuden los  hombres erguidos o inclinados por el peso de los años y del trabajo. Y los niños van a jugar a los alrededores del santuario. Es decir que todo el pueblo de Pancorbo ha nacido, ha crecido y ha vivido a la sombra de la Virgen de la Encina.

 Ni siquiera falta la  presencia del pobre del pueblo, Juanelo.  También él va a contarle a la Virgen  sus alegrías que son pocas y sus tristezas y preocupaciones que son más.  Juanelo es una persona muy conocida y muy querida en el pueblo, no obstante su condición. Y es que cuando pide limosna, movido por la necesidad, lo hace con un gran respeto y consideración. Antes de llamar a las puertas, se santigua, reza un Ave-Maria, pidiendo la bendición para los moradores de la casa y la posibilidad de ser socorrido  por la generosidad de los dueños. Cuando le abren la puerta, se descubre, hace una reverencia  y pide  humildemente: "Una limosna por el amor de Dios". Y se interesa por los miembros de la familia, deseando el bienestar de todos. De casa en casa va cantando el himno a la Virgen de la Encina. Cuando termina su recorrido, siempre por la mañana, por la tarde va a conversar con la Virgen. Allí  le cuenta cómo le ha ido por la mañana. Pide que la Virgen bendiga a las personas que le han favorecido,  que son todas las personas del pueblo, pues todas en una ocasión o en otra le han socorrido. Y como conoce todos los <milagros> de las  gentes de Pancorbo, él les paga presentando a la Virgen y pidiendo por las necesidades de todo el pueblo. Cuando se han marchado todos, todavía se queda él, junto a  la Virgen. Siempre se acompaña de un bastón que  en uno de sus extremos está recubierto de brea. Y antes de retirarse, algunas veces, se acerca a la verja y a través de ella, oprime con el bastón alguna de las monedas que han depositado los devotos de la Virgen y se  las guarda cuidadosamente. Hay que decir, en honor de Juanelo, que esto lo hace tan solo en los días de invierno, cuando las limosnas  suelen escasear.

    Cierto día de invierno no se le vio por el pueblo. Al principio no se sorprendió la gente de no verlo. Algunas veces  ocurría que dejaba de ir por el pueblo, porque se encontraba indispuesto o la gripe lo retenía en su chabola.

Al segundo día la gente empezó a alarmarse: ¿Qué le pasará a Juanelo? Y al tercer día,  seriamente alarmados, fueron a ver qué le pasaba y si necesitaba algo de comer o ser atendido por causa de alguna  enfermedad. Y al entrar en la chabola pudieron ver que estaba muerto.  Allí, junto a su cuerpo congelado, vieron una libreta con una extraña y curiosa contabilidad:

     "Hoy, 5 de noviembre, le he pedido prestadas a la Virgen  3 pesetas.

     "Hoy, 8 de noviembre, le he devuelto a la Virgen 2 pesetas

     "Hoy, 10 de noviembre, le he pedido prestadas a la Virgen 4 pesetas.

     "Hoy, 15 de noviembre. le he devuelto a la Virgen 3 pesetas.

     "Hoy, 19 de noviembre, le he devuelto a la Virgen 2 pesetas.

     "Hoy, 21 de noviembre.... estoy en PAZ CON LA VIRGEN.

    ESTAR EN PAZ CON LA VIRGEN: buen deseo, el de Juanelo. Pero ¡qué difícil quedar en paz con la Virgen! ¿Qué se le puede dar a la Virgen? ¿Dos pesetillas? Y, ¿qué son dos pesetillas o todo el tesoro del mundo frente al don que la Virgen nos ha dado en su Hijo?

Pero de todas formas, ¡qué bueno es  ESTAR EN PAZ CON LA VIRGEN!

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