Tributo al Apóstol
Nos
llegó silenciosamente, en un amanecer invernal. Aquella madrugada, los cielos y
la tierra de Cuba se engarzaron. Ha nacido el sin par. El eterno en la memoria
de los que nacen allí. El milagro cubano y el orgullo de América.
Su infancia se saturó de los anhelos de su tiempo. Su pubertad hizo explosión
tratando de romper las ataduras de una tiranía. Su mocedad conoció la agonía
del que quiere ser libre y no puede. Fue necesario que el rebelde se viera
encadenado, para después erguirse en toda su grandeza.
Toda su juventud la pasó por los pueblos hermanos cantando su dolor. Gritando
el sentir de los suyos. Errante solitario. La soledad fue su fiel compañera.
Se cogió para sí, todo el sufrir de Cuba, y entonces, se volvió impetuoso y poseso, tratando de llevarle a su gente el afán de forjarse una patria.
Al llegar a su clímax, águila solitaria, volando majestuosamente igual que un redentor, como un Mesías antillano, se posó en Dos Ríos, y en su egregia locura del amor por su pueblo, se inmoló. Y se volvió leyenda
Juan Suárez
Director de Ediciones Suagar