La Guerra Cubano-Hispano-Americana.
La Actitud Norteamericana: Desprecio o Vanidad. La Historia se Escribe así.
Rowland J. Bosch
La compañía cinematográfica TNT lanzó al mercado americano su película de largo metraje "Rough Riders" con la actuación principal de los artistas Tom Berenger y Sam Elliot en la que se glorifica la presencia bélica de esa tropa de voluntarios que hizo famoso a Theodore Roosevelt al crear la leyenda de "El regimiento de las tropas más bravas desde que los mongoles arrasaron las estepas" y que dio lugar al Primer Regimiento de voluntarios de caballería del ejército norteamericano y preparó al pueblo para su ascensión a la presidencia de los Estados Unidos.
Es de notarse que la película evade casi completamente la crucial acción de las tropas mambisas en el conflicto. Bien dijo el humorista Finley Peter Dunne sobre las memorias de Teddy Roosevelt de la guerra en que fungió de Teniente Coronel, que el libro debió llamarse "Solo en Cuba".
Y esto es una amarga verdad y lo escrito una falacia. Después de leerse los libros que se escribieron por los historiadores americanos respecto a esta corta guerra, se queda la impresión de que los Estados Unidos fueron los únicos responsables de la victoria y de que los patriotas cubanos no estuvieron presentes en la lucha o al menos que sus funciones en la misma apenas tuvieron importancia y de que su contribución al desenlace de este conflicto fue nula.
Otro escritor, H. Wayne Morgan, en su libro "El camino americano hacia el Imperio", dice: "La guerra con España y la expansión ultramarina no hace una sola mención de la participación cubana".
En otra cinta cinematográfica (1936) "Mensaje a García" que relata muy novedosamente la "aventura" del Teniente Andrew S. Rowan, protagonizado por el actor Wallace Beery, con el objeto de trasmitir un mensaje verbal al Mayor General Calixto García basado en una historia del escritor Elbert Hubbard titulada "Un mensaje a García", hecha posteriormente para la televisión, el mito de la historia ha continuado. El mensaje no era otro que solicitar de las tropas cubanas la total cooperación durante el conflicto que se avecinaba, como así sucedió. García en su entrevista le reclamó armas y municiones al Presidente a través de Rowan para de esa manera atacar por la zona norte de la provincia de Oriente y tomar el puerto de Gibara y la ciudad de Holguín; posteriormente conquistaría Manzanillo y Palma Soriano y por último atacar a Santiago de Cuba. De esa forma, con Oriente en poder de los insurrectos, los americanos podrían combatir en el Este de la isla y por último apoderarse de La Habana.
Tal vez por ignorancia, desconfianza o por temor los americanos hicieron todo lo contrario. Atacaron por el sur de Oriente y jamás salieron de esa provincia durante la guerra, ya que al caer Santiago de Cuba después de la derrota española en la loma de San Juan y del hundimiento de la flota de Cervera frente a las costas del sur de Oriente, los españoles se rindieron.
Los americanos, sin siquiera tomarse la molestia de informar a Máximo Gómez ni a ningún jefe mambí del cambio de los planes, dejaron al Generalísimo aislado en la Reforma, en la provincia de Las Villas. Ignorando, en la confusión de los planes anteriores, causado por los cambios de estrategia, los periódicos en los Estados Unidos lo utilizaron para culpar a los cubanos de poco entusiasmo en el esfuerzo de la guerra.
Washington había perdido interés en la campaña de Gómez contra los españoles en el centro de la isla. Hay una anécdota; William Randolph Hearst tuvo la "brillante" idea de regalarle a Máximo Gómez una espada valorada en dos mil dólares. Este la rehusó diciendo "Estos imbéciles en NY, desperdiciando dos mil dólares. Con ese dinero se hubieran conseguido botas para mis hombres descalzos, camisas para sus espaldas desnudas y cartuchos para sus rifles inútiles : llévesela".
El 6 de junio, el Coronel Carlos Hernández, uno de los acompañantes de Rowan a su regresó llegó a Banes en el "Gloucester" con un mensaje del General Miles para García acerca del plan de desembarco de varios miles de estadounidenses y el posterior ataque a la ciudad de Santiago por mar y tierra. Calixto García, al recibir el mensaje se dispuso a ejecutar su parte en la contienda para que los soldados americanos desembarcaran en territorio cubano, lo que se realizó por Daiquirí y otros lugares de la costa sur sin contratiempo alguno. Sin la acción de García el ejército americano hubiera tenido grandes pérdidas al pisar tierra de Cuba.
Siguiendo la estrategia preparada por Calixto García, el ejército de liberación cubano comenzó por prevenir el fortalecimiento de las defensas de la capital oriental. La cuarta división del ejército cubano bajo el comando del General Luis de Feria, fue colocado en posición de cortar el regimiento del General Luque en Holguín. Entretanto en Camagüey una división cubana fue enviada a Victoria de las Tunas para impedir que pasaran los refuerzos españoles procedente de esa provincia.
Mientras tanto las fuerzas españolas eran aisladas en Holguín, copadas entre la Sierra Maestra y las unidades que Calixto García tenía alrededor de Santiago y que impedían el refuerzo de esta plaza.
En Guantánamo la primera división cubana comandada por el General Periquito Pérez fue colocada frente a seis mil soldados españoles al mando del General Pareja.
El General Sampson en esta ocasión admitió la importancia de los mambises en bloquear el avance de los españoles de Guantánamo a Santiago: "Las fuerzas españolas intentaron en vano llegar a Santiago, pero los cubanos mantuvieron el control del territorio". Las tropas americanas comandadas por Shafter y Sampson desembarcaron por Daiquirí y Siboney.
La flota española de Cervera anclada en la bahía de Santiago de Cuba fue en pocas horas destruida por los barcos de guerra americanos al tratar de salir del puerto. Hundida la flota, Santiago de Cuba quedaba prácticamente indefendible ya que no podían recibir refuerzos ni vituallas por mar. Por tierra el campo era de los cubanos quienes hostigaban continuamente a las columnas españolas que trataban de llegar a la capital oriental.
Entretanto el comodoro Dewey derrotaba en Cavite a la flota española de Filipinas. Después sucedieron los combates del Caney y de la loma de San Juan los que al ser ganados por los americanos, la capital quedaba a merced de los invasores. La rendición de Santiago era lógica después de estas derrotas de los españoles.
El acto de la rendición se efectuó el 17 de julio de 1898. El General Shafter entraba en la ciudad después que el General Tovar capitulara.
El incidente con Calixto García fue debido a la actitud del gobierno americano al no contarse con los cubanos a la hora de la rendición. Calixto García renunciaba ante su gobierno y enviaba una carta al General Shafter quejándose de haberse impedido la entrada de los mambises en la ciudad después de la gran ayuda que éstos le brindaron a los invasores sin cuya ayuda la guerra entre las dos potencias se habría prolongado indefinidamente.
No solamente eso. En Santiago de Cuba se ordenó mantener en sus puestos a las autoridades españolas. Ante tanto agravio, Calixto García envió la siguiente carta al General Shafter:
"Al mayor General Shafter General en Jefe del Quinto Cuerpo del Ejército de los Estados Unidos,
Señor:
El día 12 de mayo último el Gobierno de la República de Cuba me ordenó, como comandante en jefe que soy del Ejército Cubano en las Provincias Orientales, que prestara mi cooperación al Ejército americano. Siguiendo los planes y obedeciendo las órdenes de los jefes he hecho todo lo posible para cumplir los deseos de mi Gobierno, habiendo sido, hasta el presente uno de los más fieles subordinados de usted y teniendo la honra de ejecutar sus órdenes e instrucciones hasta donde mis facultades me han permitido hacerlo. La ciudad de Santiago de Cuba se rindió al fin, al Ejército americano, y la noticia de tan importante victoria sólo llegó a mi conocimiento por personas completamente extrañas a su Estado Mayor, no habiendo sido honrado con una sola palabra de parte de Ud. sobre las negociaciones de paz y los términos de la capitulación propuesta por los españoles.
Los importantes actos de la rendición del Ejército español y de la ciudad por usted, tuvieron lugar posteriormente, y sólo llegaron a mi conocimiento por rumores públicos. No fui tampoco honrado con una sola palabra, de parte de Ud, invitándome a mí y a los demás oficiales de mi Estado Mayor para que representáramos al Ejército cubano en ocasión tan solemne. Sé, por último que Ud, ha dejado constituidas, en Santiago, a las mismas autoridades españolas contra las cuales he luchado tres años como enemigos de la independencia de Cuba. Yo debo informar a usted que esas autoridades no fueron nunca electas por los habitantes residentes en Santiago de Cuba, sino nombradas por decretos de la Reina de España. Yo convengo, señor, en que el Ejército bajo su mando haya tomado posesión de la ciudad y ocupado las fortalezas: yo hubiera dado mi ardiente cooperación a toda medida que Ud. tuviese más conveniente, guardando el orden público hasta que hubiera llegado el momento de cumplir el voto solemne del pueblo de los Estados Unidos, para establecer en Cuba un gobierno libre e independiente, pero cuando se presenta la ocasión de nombrar las autoridades de Santiago de Cuba, en las circunstancias especiales creadas por una lucha de treinta años contra la dominación española, no puedo menos que ver, con el más profundo sentimiento, que esas autoridades no sean elegidas por el pueblo cubano sino defender la soberanía española contra los cubanos. Circula el rumor que por lo absurdo, no es digno de crédito, General, de que la orden de impedir a mi ejército la entrada en Santiago de Cuba ha obedecido al temor de venganza y represalias contra los españoles. Permítame Ud. que proteste contra la más ligera sombra de semejante pensamiento, porque no somos un pueblo salvaje que desconoce los principios de la guerra civilizada; formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero a semejanza de los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.
En vista de todas las razones aducidas por mi anteriormente, siento profundamente no poder cumplir por más tiempo las órdenes de mi Gobierno, habiendo hecho, hoy ante el General en Jefe cubano mayor General Máximo Gómez, la formal renuncia de mi cargo como general en jefe de esta sección de nuestro ejército. En espera de su resolución, me he retirado con todas mis fuerzas a Jiguaní.
Soy respetuosamente de Ud. Mayor General Calixto García
Campos de Cuba Libre, 17 de julio de 1898."
La actitud de Shafter era la consecuencia de la política de los Estados Unidos ya que éstos no querían interferencia en su actuación en Cuba, aparte de que los españoles por su orgullo muy característico y propio no estaban dispuestos a rendirse a los mambises a los que siempre habían tratado como rebeldes y gente inferior. Shafter queriendo demostrar que él solamente había actuado siguiendo órdenes superiores, posteriormente recibió a García en un acto en el Club San Carlos de Santiago y reconoció la ayuda mambisa. Lo demás es historia bien sabida con la firma del Tratado de París donde tampoco fueron admitidos los cubanos.
Otro detalle de esta guerra fue el problema racial. Gran parte del ejército mambí estaba compuesto por negros y la mayoría de los "Rough Riders" eran sureños con mentalidad discriminatoria hacia la raza de color. Y es de notar también que la caballería americana compuesta por negros sureños brindó un gran aporte a la victoria, lo que está bien descrito en este reporte del New York Evening Post, "Si no hubiera sido por la caballería negra, los "Rough Riders" hubieran sido exterminados ya que ello salvó la pelea en la loma de San Juan y el día llegará en que el General Shafter le otorgará crédito por su bravura".
Una semana después de la caída de Santiago, un oficial americano en el Octavo Regimiento de Voluntarios de Infantería de Ohio le escribió al Presidente Mackinley, desde el campo cerca de la ciudad tomada:" Cuando la verdadera historia de la campaña de Santiago sea escrita, si alguna ha de ser dicha, el pueblo americano estará pasmado y asombrado, eliminando el sin igual coraje de muchos soldados, la eficiencia personal y la devoción de los oficiales subordinados y el patriotismo, al conocer la más vergonzosa página de la historia de América".
El día 15 de julio, dos días antes de la rendición de Santiago, Shafter cablegrafió a Washington lo siguiente:
"Yo no creo que Toral (el General Español) esté tratando de ganar tiempo con la esperanza de obtener refuerzos. Los cubanos tienen fuerzas cerca y alrededor de todas las tropas españolas".
Bloqueando y entonces inmovilizando los refuerzos españoles los cubanos tal como el propio Shafter lo reconoció en su despacho a Washington hicieron la rendición incondicional de Toral inevitable.
Ningún cubano fue admitido al firmar la rendición. La excusa americana para no invitar a los cubanos, era que temían que éstos tomaran venganzas personales y realizaran saqueos.
García más tarde señaló que Shafter "me había dado una promesa distinta, de que las tropas cubanas y americanas entrarían conjuntamente en Santiago, promesa que él ha negado, pero que no obstante, fue así".
Lo mismo o parecido ocurrió con los filipinos que fueron excluidos en la toma de Manila.
A los cubanos les fue obvio que los Estados Unidos, quisieron utilizarlos para obtener la victoria fácil y rápidamente sin tener que otorgarles ningún reconocimiento oficial.
La carta de García a Shafter no fue hecha pública hasta mucho después. Cuando se supo la noticia muchos periódicos en Estados Unidos y en muchos editoriales la reacción general fue favorable al General Cubano. "Sin duda alguna él merece un mejor tratamiento que ser ignorado a la hora de la victoria" declaró el Chicago Journal.
El Louisville Dispatch fue todavía más preciso:
"La carta de García coloca al General Shafter en una pésima posición si esto es verdad. Es una protesta digna y real contra la descortesía demostrada hacia él y su ejército después de que la victoria fue lograda, aún con la poca cortesía de no informarle de la situación. Es una protesta contra la política de mantener en sus puestos a los nombramientos de la Reina de España y ante todo lo más elocuente y vejaminoso es la calumnia de que los miembros de su ejército son bárbaros. En este punto García disparó una andanada a Shafter que debe haberle penetrado en sus 315 libras de carne hasta el mismo corazón".
Un gran número de ciudadanos de Santiago, firmaron una petición al Presidente Mackinley, apoyando a García y agregaban que esperaban que la presencia de los españoles como administradores de los intereses de los cubanos fuera cambiada a los cubanos en breve plazo. De más está decir que esta petición fue ignorada por Washington.
Calixto García, terminada la guerra marcho con una comisión a Washington con el objeto de gestionar dinero con qué pagar a los mambises que se encontraban en muy difícil situación económica. Pero estando en Washington el viejo mambí moría de pulmonía. Sus restos se trasladaron a la Habana para ser enterrados el 11 de febrero de 1899.
La guerra de 113 días entre España y Estados Unidos había terminado y los cubanos esperaron pacientes después del Tratado de París por el advenimiento de la República mediatizada con la Enmienda Platt en sus costillas.
Con el transcurso de los años Cuba fue poco a poco y con el esfuerzo de sus hijos, sacudiéndose las leyes impuestas que le impedían la consumación de la total independencia, al fin lograda y la que en un funesto día había de caer en la más ignominiosa tiranía para su propia vergüenza y que espera el feliz día en que la bandera cubana ondee verdaderamente libre en una nueva república democrática.
Martí Novelista
José Martí fue sin duda un hombre polifacético. En las artes escritas, en la literatura, el apóstol recorrió toda su gama desde el periodismo y la crónica hasta el cuento y el ensayo. Fue tan genial en la poesía como lo fue en la prosa. Escribió varios dramas, esbozó otros e incluso escribió una novela Amistad Funesta
Es asombroso que un hombre totalmente dedicado a la liberación de su patria, descollara entre los literatos de su tiempo como él lo hizo y desarrollara ideas filosóficas tan originales y sabias que encajan perfectamente en la infinidad del tiempo. Mas aún, si consideramos lo extenso de su obra y lo relativamente corto de su trayectoria vital. Apenas 42 años.
No puede decirse que Martí fue un gran novelista. Este género literario según su propia confesión no fue de su agrado "porque había mucho que fingir, y no sinceridad integra". La única novela que él escribió Amistad Funesta y que más tarde cambió el nombre al de Lucía Jerez, es un intento postrero de editarla en forma de libro, un ejemplo digno de prosa artística y no la "noveluca" como él llamara dadas las limitaciones a que se vió obligado por el editor. Es la típica "novela rosa" para señoritas que tan en boga estuvo en los finales del siglo pasado.
Dice el conocido escritor argentino Enrique Anderson Imbert autor de La Historia de la Literatura Hispanoamericana, que Martí fue injusto consigo mismo al juzgar su novela. La juzgó con agudo sentimiento crítico sin percatarse que con ella se iniciaba una verdadera renovación en la novela de Hispanoamérica en la misma forma que tres años antes ocurría en la poesía con Ismaelillo. Martí inició con este libro un movimiento literario "El Modernismo"; años después el nicaragüense Rubén Darío se consagraría como su máximo creador.
Martí trasmitió a todos sus escritos la originalidad creativa de su genio, tanto en la literatura infantil con la Edad de Oro como en la epistolografía con las más de mil cartas que escribió a través de su vida. Ismaelillo, aunque inspirado en su hijo y dedicado a él, no puede catalogarse en la literatura infantil.
Martí es un verdadero creador, un revolucionario de la palabra en todo sentido. Honesto con su arte, como honesto lo es con su patria. A toda nueva idea le añade siempre su sello inconfundible que no se limita a la renovación del lenguaje en la poesía, sino a la creación de una prosa distinta con modelaje artístico y sienta pautas nuevas en la literatura Hispanoamericana.
Martí es siempre Martí. Es siempre un poeta. Un poeta que hace poesía con todo: con la vida y con la muerte y que hasta a la hora de morir lo hace bellamente.
En 1885, tras romper con los planes de Máximo Gómez y Antonio Maceo por considerarlos insuficientes e inoportunos, el Apóstol hace brotar de su pluma la novela Amistad Funesta, en momentos de confusión y dificultades económicas.
Adelaida Baralt era hermana de Luis Baralt y Peoli, médico y profesor cubano muy amigo de Martí. Ella era a la sazón colaboradora de un periódico bimensual "El Latinoamericano". Su director le había encomendado la redacción de una novela para ser publicada por entregas. Novela que debía ser del agrado de los padres de familia y del clero, tener mucho amor, muchas muchachas, una muerte, ninguna pasión pecaminosa y ser hispanoamericana.
Con estas limitaciones para su confección, Adelaida no se atrevió ni a comenzar siquiera y volvió los ojos al buen amigo de la familia. Martí aceptó gustoso, no sólo por la mezquina pero necesaria retribución monetaria que le correspondería como autor, sino también por complacer a su amiga y sacarla del apuro: y sobre todo para poner a prueba su ingenio, ya que estos eran "territorios" por los que aún no había andado. Recibió 55 dólares como pago total, cantidad irrisoria que hoy en día sería el equivalente a unos 500 dólares.
El Apóstol no tuvo suerte o no quiso tenerla como novelista. Prefirió el drama por su brevedad y porque su acción se asemeja más a la realidad cotidiana.
Lucía Jerez es novela autobiográfica, al menos los caracteres de sus personajes son copiados de la vida real. Al idear a Lucía, él piensa en su esposa Carmen Zayas Bazán: Ana el más dulce y sublime de sus personajes, no es otra que su hermana Ana; la que había muerto de tuberculosis en México en 1875. Sol del Valle es una sublimación de la Niña de Guatemala, María García Granados. Don Miguel es el General Miguel García Granados. Don Manuel y Doña Andrea están calcados de sus padres Mariano Martí y Leonor Pérez. Adela es una semblanza de otra de sus hermanas. El drama no se desarrolla en Cuba, sino en Centroamérica.
Amistad Funesta es una novela romántica tal como la quería el director de "El Latinoamericano", sin embargo, cuánta elegancia, cuánta frase nueva, cuánta descripción bella. Por algo José Martí sigue siendo admirado y estudiado después de un siglo de su muerte.
La Casa Natal de José Martí
Rowland J. Bosch
Corrían los primeros años de la década de 1850 a 1860. Una pareja española recién casada alquilaba una casa en la calle San Francisco de Paula en lo que hoy se conoce como la Habana Vieja. El esposo era valenciano y la esposa de las Islas Canarias. Allí en la planta alta de aquella casa nacía en la madrugada del 28 de enero de 1853, el primogénito, único vástago varón de los ocho alumbramientos que tuvo la pareja.
En la planta baja vivía un familiar que la ocupó por muchos años más que los padres de Martí; que vivieron en la casa por cuatro y medio años. En 1856 se mudaron para la calle Merced número 40. La casa había sido construida en 1810 junto a otras tres de igual hechura de estilo colonial; tenía el número 41 pero cuando se modificó la numeración, ya en plena época republicana, pasó a tener el número 314.
El inquilino de la planta baja, cuñado de la madre de Martí y primo del padre, era un teniente de artillería de la Real Fortaleza de la Cabaña. Era el "Tío" cariñoso y afectuoso que cuando el niño comenzó a caminar solía llevarlo a pasear por las calles aledañas. Así transcurrieron los primeros años de José Martí y Pérez.
El padre se llamaba Mariano de Todos los Santos Martí y Navarro. La madre era Leonor Antonia de la Concepción Micaela Pérez y Cabrera.
Muchos años después, ya abolido el tutelaje colonial de España, la emigración cubana de Cayo Hueso (Key West) y a instancias de la señora María Gutiérrez Febles, se fundó una Asociación con el objeto de adquirir el histórico inmueble. Esta asociación fundada el 19 de julio de 1900 se nominó Asociación de Señoras y Caballeros por Martí.
Muerto ya muchos años antes Don Mariano (1889), el padre de Martí, y en difícil situación económica, Doña Leonor regresó, ya bien anciana a vivir en el lugar de nacimiento de su hijo varón, y después de ser adquirida por la Asociación Patriótica. Los miembros de esta asociación decidieron que una vez ocurrido el fallecimiento de Doña Leonor la casa pasaría a ser propiedad histórica del pueblo de Cuba.
Se compró la casa por la cantidad de tres mil duros oro, cuantiosa suma para la economía de la época y para la crisis imperante en el país.
Existe una fotografía del momento en que se le hacía entrega de la casa a Doña Leonor en 1901, la que se encontraba acompañada de la viuda del Apóstol, Carmen Zayas Bazán.
Cuatro meses de colecta fueron necesarios para reunir los fondos con los que se había de comprar la vivienda. Entonces se comenzó a reparar y se hizo entrega de algún dinero a la anciana madre, desprovista de ayuda oficial.
El 14 de diciembre de 1901, se legalizó la compra del domicilio para que la madre de Martí volviera a ocuparla. En 1907 murió Doña Leonor y se acordó mantenerla alquilada para, con el dinero del alquiler, socorrer a los cinco nietos de la difunta, que habían sido cuidados por ella hasta su muerte.
En 1918, al fin, la casa pasó a ser patrimonio del pueblo cubano, gracias a la ayuda prestada por el entonces Gobernador de la Provincia de la Habana, Alberto Barrera, coronel de la Guerra de Independencia y devoto admirador del Apóstol. Posteriormente fue convertida en museo, el que fue inaugurado el 28 de enero de 1925. Habían transcurrido 24 años de la compra-venta del edificio.
En 1949, la Comisión Nacional de Etnología y Monumento declaró el inmueble "Monumento Nacional". En 1953 se celebró el Centenario del nacimiento de Martí y el Museo fue abierto pomposamente para todo el público y muy especialmente para los invitados que concurrieron a conmemorar el acontecimiento.
Constaba el Museo con una biblioteca especial, una sala de actos y un aula-museo. A pesar de sus casi doscientos años de erigida la casa donde vio la luz primera nuestro Apóstol, aún se mantiene en pie, a pesar de los embates que ha sufrido por los desgobiernos y el abandono oficial, como si el Apóstol quisiera, desde las alturas, con la fuerza poderosa de su pensamiento, mantener en pie este símbolo de la patria como augurio de un futuro mejor.
FERNANDINA: Trascendencia en la Trayectoria Vital de Martí
Fernandina es un pequeño puerto enclavado en la isla Amelia frente a la costa oriental del norte del estado de la Florida, a pocas millas de la frontera con Georgia. Unida al continente por un puente hermoso, es hoy un centro turístico con más de 7,000 habitantes, quienes encuentran también fuente económica en la industria camaronera.
Fernandina fue en un tiempo el centro turístico principal de la Florida. La vieja ciudad es rica en historia y en estilos arquitectónicos.
En la historia de Fernandina hallamos piratas, negreros y aventureros de todos los modelos. Su fuerte, eje de sangrientas batallas, ha cambiado de bandera ocho veces en el transcurso de doscientos años. Primero fue español como la península. Al principio los españoles le dieron el nombre de Fernandina en honor al Rey Fernando.
Después de pertenecer a los ingleses desde 1763, cuando la Florida fue cambiada por La Habana, al firmarse el Tratado de París en 1783, volvió a poder de España, y Fernandina, por poseer la bahía natural más profunda y ancha de la costa este de la península, aumentó su comercio y prosperó con el tráfico de esclavos.
Tras una serie de cambios políticos y tomas de poder, como la del pintoresco aventurero escocés Gregor McGregor, fue al fin rescatada por los norteamericanos y se anexó definitivamente a la incipiente Unión.
Hace más de cien años, en 1895 Fernandina fue centro de un suceso que afectó el proceso revolucionario de Cuba y el ciclo vital de su propagador máximo, José Martí.
Ya desde enero de 1892 tras fundar el Partido Revolucionario Cubano, Martí se dedicaba en cuerpo y alma a preparar la guerra de Cuba. Al llegar a sus finales el año 1894, ardía de gozo. Había logrado levantar el ánimo del exilio, había fundado clubes en todos los centros de población donde abundaban los cubanos: Filadelfia, Nueva York, Tampa, Cayo Hueso. En esos lugares el patriotismo se desbordaba. Martí había logrado conseguir el apoyo necesario y reunir los fondos suficientes para costear una expedición armada a la patria. Sus vibrantes y vigorosos discursos levantaban al exilio de emoción y patriotismo, y los núcleos de cubanos donaban parte de sus salarios a la justa causa. Todo había sido organizado dentro del mayor secreto. La cautela era primordial para evitar el fracaso. El plan había obsesionado a Martí casi desde la fundación del Partido y a él había dedicado todo su tiempo y energía. Este consistía esencialmente en el reclutamiento de tres barcos, tres expediciones armadas con diferentes destinos: el “Lagonda” y el “Amadís”, y un vapor de mediano tonelaje, el “Baracoa”.
Dos de los barcos eran yates grandes. El “Lagonda” iría a un lugar de la costa sur de Las Villas al mando de Carlos Roloff y Serafín Sánchez; el “Amadís” seguiría hasta Costa Rica, donde lo esperaban los Maceo y Flor Crombet. Y el “Baracoa” llevaría a Mayía Rodríguez, Enrique Collazo y Martí a Santo Domingo, donde se reunirían con Máximo Gómez.
Martí había escogido a Fernandina por encontrarse lejos de los centros de exiliados cubanos. Su historial de contrabando e ilegalidad facilitaba el reclutamiento de los barcos. Tampa, Cayo Hueso y otros lugares de la costa del Golfo estaban muy vigilados y los preparativos no pasarían inadvertidos.
La historia de Fernandina posteriormente quedó sellada definitivamente a la de Cuba cuando al inicio de la guerra Cubano-Hispano-Americana 9,000 soldados norteamericanos rumbo a Cuba se alojaron en el fuerte Clinch.
Los barcos habían sido contratados con diferentes pretextos. La revolución cubana era demasiado pobre para darse el lujo de comprarlos.
Martí había organizado las expediciones en el mayor secreto. Muy pocas personas conocían la trama. Probablemente el apóstol había puesto en conocimiento absoluto de los detalles solamente a (quien le era inseparable en aquellos momentos), Manuel Mantilla, el hijo mayor de Carmita Mantilla, quien obedecía sus órdenes directamente.
Pero llegó el infortunio, en la persona de un coronel retirado de la guerra de los Diez Años. Un fallo inocente de Serafín Sánchez y Carlos Roloff al confiar en un hombre malvado echó por tierra todo lo logrado. Estos señores le habían recomendado a Martí al coronel Fernando López de Queralta como el hombre ideal y de absoluta confianza para darle los toques finales al plan. Este, por su aspecto físico, su audacia y su dominio del inglés, parecía perfecto para negociar con la gente del puerto. Pero el coronel a última hora observó fanfarronamente que no era necesario tanto secreto ni simulación y que él podía conseguir un barco con matrícula declarada de guerra.
Martí se percató de que se hallaba ante un hombre en quien no se podía confiar y trató de salvar la difícil situación que se creó.
El coronel quiso convencer a Martí de su experiencia y habilidad, y le recordó que anteriormente en circunstancias semejantes él había conseguido un barco para el hondureño Marco Aurelio Soto.
Martí desconfiaba; pero trató de allanar las diferencias hasta el final. Fue con Queralta a Fernandina a entrevistarse con el corredor del puerto, que sabía por boca del coronel la verdadera misión de uno de los barcos. Allí, en una bulliciosa oficina, de hombres de toda ralea, Martí comprendió que su plan pendía de un hilo.
Martí fue presentado como Mr. Mantell. Manuel Mantilla ya había contratado el “Lagonda” con el mismo individuo con el mismo nombre, pero alegando asuntos comerciales. El corredor, confuso, preguntó desconfiado. Martí le dio respuestas que parecieron calmarlo y regresó a Jacksonville con Queralta, a quien increpó y lo obligó a obedecer sus órdenes. Pero lo invadía un presentimiento terrible. Todo el plan que se había preparado con sacrificio y dinero estaba en grave peligro de fracasar en manos de hombres mediocres e inescrupulosos. En los quince minutos que duró la entrevista Martí se percató de todo y trató de animarse y engañarse a sí mismo. “Nada pasará”, “Nadie sabrá lo sucedido”, “No habrá traición porque a esos individuos les interesa mucho el dinero que puedan ganar con la renta de los barcos”. Confió plenamente y regresó silenciosamente a Nueva York a esperar.
Pasó la Nochebuena y el Año Nuevo tranquilo, en casa de sus amigos los Carrillo.
Y de nuevo un raro presentimiento lo embargó. Apenas escribía. La correspondencia sin contestar se le amontonaba. La tensión nerviosa y la preocupación no le dejaban concentrarse mentalmente. Todo su ser mental estaba situado en un solo punto del mapa: Fernandina.
El 10 de enero de 1895 ocurrió la catástrofe. La fecha no es exacta; algunos historiadores señalan el 9 de enero, otros, el 12 de enero. Los detalles de la conspiración habían llegado al Departamento de Estado norteamericano y a punto de partir el “Lagonda”, se le detuvo y registró, confiscándole las armas que, unidas a las de los otros barcos, alcanzaban para armar a cuatrocientos hombres. El “Baracoa”, que llegaba al puerto en esos momentos, corrió la misma suerte, así como el “Amadís”, fondeado en Savannah. Se detuvo a toda la tripulación y los barcos quedaron confiscados hasta completar las investigaciones.
Los periódicos dieron la noticia en grandes titulares mencionando el nombre de Martí. El gobierno español fue tomado por sorpresa y se alarmó ante lo vasto del plan. Martí viajó enseguida a la Florida y se instaló con nombre supuesto en el Hotel Travelers de Jacksonville.
Algunos historiadores señalan que Martí viajó a Fernandina, cosa muy improbable, ya que hubiera sido apresado inmediatamente. Desde el hotel donde se refugió en Jacksonville, envió correos al puerto. Allí, en compañía de Tomás Collazo y Enrique Loynaz del Castillo y más tarde de Enrique Collazo, Mayía Rodríguez y Charles Hernández, Martí se repuso moralmente del golpe. Después recibió la visita de Horacio Rubens, el abogado norteamericano amigo suyo, y la de Gonzalo de Quesada. Allí supo que Mantilla había salvado gran parte de las armas. Collazo y Mayía se sentían culpables de lo sucedido, por haber confiado en y recomendado a Queralta. Rubens, entre tanto, interponía recursos contra la orden federal.
Martí comprendía ahora toda la traición. El despacho de armas no había sido enviado al vagón privado contratado, ni con la dirección expresa de los muelles privados de Borden, el corredor, sino por la vía pública, con las cajas de balas semiabiertas, y con el sello de “Military goods”.
La policía secreta registró minuciosamente los lugares de Jacksonville donde pudiera encontrarse Martí y éste escapó nuevamente a Nueva York y se ocultó en casa de Gonzalo de Quesada.
El gobierno español ordenó a sus agentes vigilar la casa de Carmen Mantilla.
El asombro era general en Cuba, en España y en los Estados Unidos. Los emigrados cubanos quedaron boquiabiertos. Los que pensaban que Martí sólo hacía discursos y pedía dinero salieron de su error. La fama de Martí crecía; se recobró la conciencia patriótica y la fe perdida volvió a surgir más vigorosa que nunca.
El 17 de enero, ya repuesto del golpe, Martí escribió a Juan Gualberto Gómez en La Habana y le otorgó plenos poderes para que decidiera el día del levantamiento, fijado ya para la segunda quincena de febrero.
Martí quería reunirse enseguida con Máximo Gómez y el 30 de enero partió a reunirse con éste en Montecristi. Lo acompañaban Mayía, Collazo y Mantilla. Allí redactaron el célebre Manifiesto de Montecristi y se trató de convencer a Martí para que regresara a Nueva York, donde su presencia era mucho más útil.
Máximo Gómez, en carta a Estrada Palma, contaba que “seis días antes de embarcarnos, había decidido quedarse”; pero un aviso publicado en Patria lo hizo volver atrás “y ya a mí no me fue posible convencerlo, y nos echamos al mar.”
En “Patria”, el órgano oficial de la revolución, se había publicado que ya Martí había pisado las playas de Cuba. Martí le dijo a Gómez: “Después de esto, General, yo no puedo presentarme en Nueva York”. No quería defraudar a sus compatriotas y que pensaran que él era un “Capitán Araña”.
En el periódico “Cuba” se escribía: “A última hora nuestro digno amigo Fernando Figueredo recibió el siguiente telegrama: ‘Aseguro movimiento.’ Martí, Gómez y Collazo, en Cuba.” Y ya no fue posible detenerlo.
Desde Fernandina un nuevo signo siguió a Martí. Sus días se contaban. El lo presentía y fue a Cuba para ejemplo de todos y se inmoló en Dos Ríos.
Quizás la historia hubiera sido distinta sin los hechos acontecidos en Fernandina. Es posible que los cubanos hubieran podido disfrutar de un apóstol vivo y ejemplarizante en los primeros pasos de la Cuba Republicana.
Muchos detalles del plan de Fernandina han quedado perdidos para la historia. Los sucesos posteriores, la guerra desatada en Cuba, la muerte de Martí y el secreto participado por muy pocos han impedido conocer mas detalles de la trama. Mucho se ha olvidado y mucho se ha perdido con el tiempo al no registrarse; pero Fernandina y su fracaso están ahí como exponentes del esfuerzo y el sacrificio de un hombre que lo dio todo por su patria. Por eso Martí vive y seguirá viviendo eternamente, porque, como él mismo dijo: “Hay un solo modo de vivir después de muerto: haber sido un hombre de su tiempo o un hombre de todos los tiempos”. Y Martí fue las dos cosas.
La Edad de Oro y la Literatura Infantil en José Martí
No pertenece a Cuba solamente. José Martí por sus valores éticos pertenece a la humanidad, por sus literarios al mundo del arte, por sus ideales hispanoamericanos a la que él llamó Nuestra América. Sí pertenece a Cuba por su gigantesca obra de fundador de la nación y apóstol de nuestras libertades. Para nosotros los cubanos se ha hecho sinónimo de Patria. Sin embargo sí es cierto que su nombre se utiliza frecuentemente para simbolizar el ideal patrio; no es menos cierto que se le imita muy poco, que apenas se toman en cuenta sus pensamientos, su ideología y los conceptos morales y éticos que le llevan para hacerlo el más grande y sublime de todos los cubanos.
Antes, me refiero a los tiempos de la república, crecía día a día el fervoroso culto al Apóstol y los humildes que tanto quiso, le amaban y los niños depositaban flores blancas junto al monumento del Parque Central de la Habana y a lo largo de toda la isla cada 28 de enero y en la "Fragua Martiana" que surgió en el lugar histórico en que él adolescente sufrió trabajos forzados en las canteras de San Lázaro.
Por doquier se extendía oficial y privadamente en escuelas e instituciones culturales con fervor y devoción creciente el culto nacional al inmolado en aras de la Patria. Hoy descubierta y analizada casi toda su obra se le venera y estudia no sólo por su valor histórico y estético sino también por el mensaje filosófico que nos entrega.
Hay un aspecto de la obra de Martí que lo distingue indiscutiblemente de los demás próceres americanos y esto es su producción literaria y en ella muy especialmente la literatura infantil o sea la parte de su obra dedicada a los niños. Quizás el amor frustrado de padre que sacrificó por la patria ilumino su ancha vena patriótica para regalarnos una de las concepciones más originales de la literatura Española.
Toda esa obra infantil está condensada en dos volúmenes: Ismaelillo, un libro de poemas dedicado a su hijo y La Edad de Oro. Es Ismaelillo una obra dedicada a su hijo, escrita en versos cortos de arte menor. Martí empieza la obra para dar rienda suelta a sus frustraciones que nacen transformadas en una sutilidad asombrosa. No es en realidad literatura infantil pero se ha incluído como tal por la personificación de su hijo y su originalidad doctrinaria, no así La Edad de Oro que es su obra más expresiva y valiosa como maestro.
Corrían los meses de julio, agosto, septiembre y octubre de 1889 cuando Martí publicó en Nueva York los cuatro números de su revista infantil La Edad de Oro la que concentró las más puras ilusiones y los más fervorosos entusiasmos del maestro. Su apasionante amor a los niños, el conocimiento íntimo exteriorizado en infinitas ocasiones que la grandeza y bienandanza de los pueblos han de asentarse fundamentalmente en la enseñanza y de esta principalmente en la primaria, moldeadora del alma infantil, constituyeron en el espíritu del apóstol un pensamiento obsesionante y le llevaron a redactar con ternura inmensa y como exponente magnífico de su cultura esta revista en cuyos cuatro números cuenta a los niños según su propia expresión cómo está hecho el mundo y todo lo que han hecho los hombres hasta ahora. Así pues en Nueva York en julio de 1889, gracias a la aportación económica de un amigo, el brasileño Dacosta Gomes, aparece el número primero y éste para el maestro gran motivo de júbilo del que hace partícipe a su entrañable amigo de México, Manuel Mercado, en una carta que dice entre otras cosas:
"Dígame de veras lo que los niños de su casa han dicho de él (sic) como niño y lo que a Ud. como hombre le parece y póngame unas líneas de más para satisfacer a Dacosta. Cómo me podré hacer perdonar yo que para nada más que para molestarlo vivo."
En Ismelillo se dirige Martí a un niño que es su propio hijo mientras que en La Edad de Oro su obra de maestro es más valiosa porque es más amplia, despejada de todo aspecto e interes de carácter personal al sentirse padre amoroso de todos los niños de la América de habla española.
Valiosisima es también La Edad de Oro por su contenido, por la rica y abundante variedad de temas o asuntos que despliega en sus páginas. Enseña, con sus noticias científicas o históricas acerca de la naturaleza o de lo que han hecho los hombres en diferentes partes del mundo. Al propio tiempo es maestro que educa con consejos morales, con normas de conducta que no se imponen sino que se sugieren razonada y agradablemente. Puede decirse que Martí vale de modo sobresaliente porque produce la impresión de enseñar y educar sin que el lector se percate de que está enseñando y educando. Es en todo sentido La Edad de Oro obra de criterio amplio, comprensivo y equilibrado. No hay en ella preferencias personales propias de una materia de una región o de un país sino por el contrario presenta lo que es de interés universal, atractivo y valioso en cualquier tiempo y lugar aunque explicablemente ocupan sus páginas mucho espacio referente a hispanoamérica, pero no excluye lo relativo a la cultura y el carácter de pueblos remotos como los anamitas del sudeste de Asia con sus raras costumbres, cuyo arte refinado y monumental, y cuyo culto a la muerte se presentan en descripciones y narraciones llenas de vida y de colorido que se aprovechan de descubrir en ellos lo humano y universal.
Dice Raimundo Lazo sobre La Edad de Oro:
"Leyendo La Edad de Oro impresiona la rica variedad de temas tratados en sus artículos y esa variable y abundante información sobre lo que es el mundo y lo que pasa en él y sobre la naturaleza y hay que añadir el alto valor de las ideas y de las reglas o normas de conducta que se superan. Además La Edad de Oro posee ese estilo o modo personal de expresarse que es de impresionante eficacia por el poder de atracción con que actúa sobre el lector no solo sobre los niños sino sobre cualquier persona de cualquier edad: Mas que describirse ese estilo o modo de decir peculiarmente martiano debe ser vivido, sentido directamente por medio de la lectura de esas páginas que es un estilo sencillo y natural cuyos efectos se deben a una combinación de entusiasmo y maestría en el empleo de la palabra siempre adecuada para causar el mejor efecto posible."
"Sus principios éticos y su filosofía de la vida, principios a los que estaba profundamente atado motivaron el fin de La Edad de Oro. Veamos lo que dice él en su carta a Manuel Mercado y la segunda y última carta que dirigió al amigo para sellar el asunto de La Edad de Oro y dice así entre otras cosas."
"Hermano Querido: La Edad de Oro se ha salido de mis manos porque en creencia o por miedo de comercio quería el editor que yo hablase del temor de Dios y que el nombre de Dios y no la tolerancia en el espíritu divino estuviera en todos los artículos en historia. Qué se ha de fundar así en tierras tan trabajadas por la intransigencia religiosa como la nuestra sin ofender de propósito un credo exclusivo, lo humilde del trabajo solo tenía a mis ojos la excusa de esas ideas fundamentales. La precaución del programa y el singular éxito de crítica del periódico, no me han valido para evitar este choque con las ideas ocultas hasta ahora o el interés alarmado del dueño de La Edad de Oro. Es la primera vez, a pesar de lo penoso de mi vida, que abandono lo que de verdad empeño sin el aplauso de Ud. no quiero más", y agrega después Martí:
"Quiera Ud. creer que por una carta de Yucatán he venido a saber que Gutiérrez Nájera habló en el Partido con bondades sólo suyas de La Edad de Oro.
Mándeme si le queda en la benevolencia infatigable la memoria para este deseo de tener el artículo de Gutiérrez que de seguro me ha de dar una fuerza que da el ser estimado por quien puede. Así la quita el sentirse tratado con tibieza que es pena que nunca padece con Ud. su hermano.
José Martí
Dice Wilfredo Fernández en su Martí y la Filosofía, lo siguiente:
"Excluyendo cuestiones relativas a cualquier otro tipo como la vida sobrenatural propuesta por las religiones y por distintas filosofías, Martí deja la discusión de esas cuestiones filosóficas o religiosas al campo de la conciencia del hombre en su intimidad personal con la razonable limitación de que lo religioso o lo filosófico no sirven de pretexto para perturbar la vida humana diariamente vivida en su terrestre universalidad, y fue su filosofía moral e ideológica y abrazado de ella, su personalidad apocalíptica quien lo echaba en brazos de lo heroico que conllevaba un valor moral, un heroísmo moral que lo llevaba a sacrificar su propia vida. La muerte de Martí es a un tiempo mismo, sacrificio, acto heroico, suicidio, revelación íntima, ejemplo e inevitable culto a la diosa historia. Esa que siempre llevó dentro no podía conducirlo a nada más. El sacrificio y la muerte, serían su mayor triunfo. Así quedaría la huella del apostolado e incólume sin haber en cuanto al cumplimiento de su deber, pues el deber en Martí más que un fuerte elemento de filosofía moral era el medio para la realización de un anhelo, de la absoluta independencia de Cuba y la separación de la Metrópoli."
Veamos algunos detalles en La Edad de Oro, así comienza Martí:
"A los niños que lean La Edad de Oro. Para los niños y para las niñas por supuesto. Sin las niñas no se puede vivir como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso. El niño puede hacerse hermoso aunque sea feo. Un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso. Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en las manitas de hombre fuerte una flor para su amiga o cuando lleva del brazo a su hermana para que nadie se la ofenda. El niño crece entonces que parece gigante.
El niño nace para caballero y la niña nace para madre. Este periódico se publica para conversar una vez al mes como buenos amigos con los caballeros de mañana y con las madres de mañana. Para eso se publica La Edad de Oro para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes y se vive hoy en América y en las demás tierras".
El primer artículo de La Edad de Oro se titula "Tres Héroes" y es dedicado a Bolívar, Hidalgo y San Martín, tres próceres de América y empieza así: (Martí habla refiriéndose a si mismo)
"Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía, sino como se iba donde estaba la estatua de Bolívar, y cuentan que el viajero solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua que parecía que se movía como un padre cuando se le acerca un hijo"..,
Hay en este artículo de Martí muchos aforismos como:
"Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía".
"Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro como ha de haber cierta cantidad de luz". "Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres'.
En los tres héroes son sugeridas lecciones de moral que se derivan del conocimiento de la vida de grandes hombres: Héroes que lucharon por la libertad de los pueblos americanos.
En el final del artículo escribe Martí:
"Esos son héroes, los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen , empobrecen y desgranan para defender una gran verdad. Los que pelean por la ambición, por hacer esclavos, por tener más mando, por quitarle a otros pueblos sus tierras, no son héroes, sino criminales".
En este primer número de La Edad de Oro publica también un artículo muy interesante e instructivo sobre "La Ilíada de Homero".
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En el segundo volumen publica "La historia del hombre contada por sus casas" y el famoso poema "Los Dos Príncipes". También hay un artículo sobre músicos, poetas y pintores en el que habla de Haydn, Mozart y termina con un mensaje que en cada número, se despedía de los niños hasta el próximo número. Dice Martí:
"No les ofrecí la historia del tenedor, la cuchara y el cuchillo para este número pues no cupo y otras muchas cosas más que tenía escritas. Así es la vida que no cabe en ella todo el bien que pudiéramos hacer. Los niños debían juntarse una vez por lo menos a la semana para ver a quien podían hacerle algún bien todos juntos".
En el tercer volumen escribe sobre el Padre Bartolomé de Las Casas, desde un punto de vista humano y no como sacerdote. Este Padre Las Casas se hizo famoso por sus vanos esfuerzos para proteger a gente desamparada, como los indios, que le valió el ser llamado Defensor de los Indios. También aquí aparece "Los zapaticos de Rosa" que Martí dedica a María Mantilla.
En el cuarto volumen termina Martí:
"Este es el número famoso de La Edad de Oro cuando se vé lo nuevo y lo viejo del mundo y se aprende cómo las cosas de guerra y de muerte no son tan bellas como las de trabajar, a saber si los tiempos del Padre Las Casas eran mejores que los de la exposición de París y el desventurado de La Edad de Oro, con el artículo sobre la historia de la cuchara y el tenedor que en cada número se anuncia muy orondo como si fuera una maravilla y luego sucede que no queda lugar para él, lo que nos esta muy bien empleado por pedante y por andarse anunciando así. Se es bueno porque sí y porque allá dentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: Ser útil. Los niños debían echarse a llorar cuando han pasado el día sin que aprendan algo nuevo".
En el último número termina Martí:
"Así son los padres buenos que creen que todos los niños son sus hijos y andan como el río Nilo cargado de hijos que no se ven y son los niños del mundo, los niños que no tienen padres, los niños que no tienen quien les de velocípedo, ni cariño, ni un beso. Y así es el hombre de La Edad de Oro que en cada número quisiera poner el mundo para los niños, a más de su corazón".
En resumen La Edad de Oro es la lección perdurable de un maestro de pensamiento y de conducta como lo fue Martí que a la vez enseña a pensar correctamente y a vivir fraternalmente en una sociedad humana de amor a la justicia, a la justa libertad y al trabajo creador.
No se dirige sólo a una época en particular y a determinado lugar, sino que es universal. Abarca cuanto comprende la vida terrestre, o sea la vida de los hombres asociados entre si en este camino. La gloria de Martí es eterna y ha de ser así y esto se dice en los versos a Martí de Aristides Sosa de Quesada:
"Como Jesús de Nazareth ha seguido creciendo y se le admira más cuanto más se le estudia".
Al cabo José Martí fue también un Cristo de América.
Rowland Bosch
Etapas martianas en el teatro
Son muy variadas las caras del poliedro literario martiano. Quizás la menos conocida e importante de todas sea la teatral; pero se hace imprescindible su estudio si queremos hurgar dentro de su ciclo biográfico.
Aunque no es la mejor ni la más numerosa de sus facetas literarias, es siempre interesante conocerla, porque conforma un marcado período de su vida. Podemos citar cuatro países que abarcan su obra teatral: Cuba, México, España y Guatemala.
A Cuba corresponde Abdala. No es ni un poema lírico ni un drama, sino un poema dramático. La relación entre Abdala y el joven Martí, Nubia y Cuba, la madre que se opone al sacrificio del hijo que marcha a combatir al invasor, y el joven Martí y la madre es de un paralelismo tan ingenuo que se hace imposibe disimularlo.
Salió publicado el 23 de octubre de 1869 en la imprenta y librería El Iris, de la calle Obispo 20, en La Habana. Por aquel entonces tenía el apóstol solamente dieciséis años. El poema presenta un tono grave, noble y entero.
“El Diablo Cojuelo”, que hacía bromas y se escondía tras una máscara ambigua en los primeros años, se presenta ahora sin disfraz, y aparece un mozo joven y valiente que lucha heroicamente sin temer a la muerte.
El antagonismo con la madre expone claramente la situación y por eso no puede decirse de los personajes que sean realmente creados por Martí, sino calcados de su vida misma. El drama se desarrolla muy rápidamente, ya que sólo ocurre en la mente del joven Abdala.
La importancia indiscutible de la obra desde el punto de vista humano es que cuanto promete el niño en los versos será cumplido años después por el hombre, hecho ya a cabalidad. Sólo un rayo podría detenerlo.
“Nubia venció, muero feliz, la muerte/ Poco me importa, pues logré salvarla,/ ¡Oh!, qué dulce es morir cuando se muere/ Luchando audaz por defender la patria.”
A España corresponde el drama Adúltera, compuesto mientras estudiaba en Madrid y Zaragoza. Dice la Enciclopedia Martiana sobre “Adúltera”: “Se agranda ahora su figura, tan estupendamente apuntada en el Presidio Político en Cuba. La profundidad y belleza de sus conceptos son compendio de las apostolares doctrinas martianas.”
El drama además se singulariza por la dignificación del esposo engañado y la condenación de la mujer incapacitada para la fidelidad que Martí propone como fundamento esencial de la familia.
Martí dice en un apéndice del drama explicando la génesis de esta obra: “A los 18 años de mi vida estuve, por las vanidades de la edad, abocado a una gran culpa. Llevé la luz a las tinieblas y vi de cerca todos sus horrores. Entonces espantado pensé en todo lo que habría de sufrir un alto hombre si con él se intentaba lo que con otro hombre había osado yo pensar.”
La primera versión de este drama se encuentra en un libro rojo con el siguiente lema de puño y letra de Martí: “Yo no pinto a los hombres que debieran ser”... y al dorso, de su propia letra, las palabras “Geist, Freund, Fleisch”, que en alemán quieren decir Espíritu, Amigo, Carne.
Al hacer una segunda versión en México, que quedó incompleta, sólo pudo Martí terminar el segundo acto. Probablemente esta segunda versión hubiese mejorado notablemente el drama, pero sin llegar jamás a la altura de su genial intelectualidad.
Al escribirle a Gonzalo de Quesada, en su carta testamento literario ni siquiera lo menciona, lo que indica que lo consideró una obra juvenil no del todo terminada.
Allí recurre también, al igual que en “Amor con amor se paga” como veremos después, al teatro pirandeliano, o sea que el personaje proyecta escribir una obra que es la misma que se está representando, como ocurre en la ópera “Payasos” de Leoncavallo.
La obra “Adúltera” es totalmente española, tal vez la más española escrita por Martí. Allí en Zaragoza conoce a Leopoldo Burón, que les consiguió a él y a Fermín Valdés Domínguez asiento en el teatro gratis, y en una función en el Teatro Principal, cuando representaban “El Castillo de Semantes”, conoció en un entreacto a Blanca Montalvo, que fue el primer amor conocido de Martí, un amor platónico, un amor galante, que quedó plasmado muchos años después en sus “Versos Sencillos”. Por aquella época también había guerra civil y, aunque Martí sentía los ideales republicanos, se abstuvo de luchar en ningún bando porque, como él bien decía a Fermín Valdés Domínguez. “La república española ha sido peor para Cuba que la monarquía.”
Viajó a París, fue a Liverpool y salió rumbo a México. Hizo una estadía en Nueva York y después de doce días continuó su rumbo a México. A este país corresponde otra de las etapas de Martí en el teatro. Es ahí donde quizás se desarrolló mejor literariamente. Fue uno de sus períodos más felices y donde escenificó la única obra teatral de todas las que escribió: Amor con amor se paga. La escribió en 1875, es un entremés, o sea, una pieza dramática jocosa y de un solo acto, generalmente representada en entreactos.
Dice la Enciclopedia Martiana: “Se empezó por la mañana, por la tarde se acabó. No la rechazaría ni el propio Lope de Vega, por la delicadeza edificante del asunto y la gracia de la versificación tan variada y sostenida, que ni un momento cae en monotonía, porque el poeta alterna el romance con la ondulante redondilla y la décima perfilada, sonora, sujeta en ocasiones a glosa que prestigia y prueba el ingenio del vate. El genio triunfa, sale airoso en cuanto se propone y es en estos empeños dramáticos donde los corazones prendados todavía de los grandes ideales de la humanidad pueden reanimar su fe en los venturosos destinos del mundo.”
“Amor con amor se paga”, a diferencia de “Abdala”, es obra ligera hecha en unas horas para complacer a un amigo; presenta una versificación muy movida, de ligereza lopesca. Si en “Abdala” los versos caen como los pliegues de una túnica sombría, aquí su palabra, como siempre, se pliega al tema. Con ser la pieza tan breve, presenta una escena dentro de otra escena, lo mismo que en “Adúltera”, con la diferencia de que “Adúltera” está escrita en prosa y ésta es en versos.
Esta obra recoge la atmósfera de sus juveniles días mexicanos, cuya nostalgia lo acompañaría toda la vida. México representó para Martí, después de los tempranos sufrimientos que le deparara la patria, su breve época de felicidad. Aquí pareció desquitarse y tomar nuevos bríos al contacto de la tierra poderosa con la altivez natural que ven los caracteres con una vida en que el humor y la cortesía dan a las relaciones casi un aire de madrigal y corte, pero con el encanto de la atmósfera liberal limpiamente republicana del México del Presidente Lerdo.
Al fin lo vemos cometer algunas locuras. Habla de todo. Se enamoró e hizo esta obrita que él mismo caracterizó de frívola. Se lee sonriendo, se termina sin darnos cuenta. Así termina Martí “Amor con amor se paga”: “En este juguete mira/ caprichosa distracción/ de un mísero corazón/ que por hallarse suspira./ Siente, ama, estima, perdona/ con tu natural bondad/ si es malo, la voluntad/ de actor y poeta lo abona./ Nada mejor puede dar/ quien sin patria en que vivir,/ ni mujer por quien morir,/ ni soberbia que tentar,/ sufre y vacila, y se halaga/ imaginando que al menos/ entre los públicos buenos/ Amor con amor se paga.”
Se ve la fuerza de una mano que, sin emplearla toda, usa sólo la necesaria para darle el matiz adecuado; pero que es capaz de cosas más grandes.
Esta obra se estrenó en el Teatro Principal de México el día 19 de diciembre de 1875. Tuvo tal éxito, que Martí tuvo que salir al escenario del brazo de la actriz Concepción Padilla. Esta obrita tiene solamente dos personajes, El y Ella. El fue representado por Enrique Guasp, un actor mallorquín que se había hecho muy amigo de Martí y quien además lo motivó a escribirla, y una actriz mexicana, señorita de sociedad, que dicen los que la conocieron era muy simpática, aunque no bella, a quien algunos le han achacado amores con Martí. Este siempre respondió que sólo era una buena amistad.
Es muy interesante señalar que el día del estreno de “Amor con amor se paga” conoció Martí, allí mismo en el teatro, a Carmen Zayas Bazán, quien sería después su esposa. Aquel día la hermosa dama quedó muy impresionada por el éxito de Martí, que salió a escena varias veces y se le entregó una corona de laureles.
En México Martí se desarrolló literariamente, disfrutó de una época de libertad; pero el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada iba a caer. La revolución vino, Porfirio Díaz ganaba militarmente. Al caer el gobierno, se vio en la necesidad de huir. Marchó a Guatemala al cerrársele su campo literario. No obstante, no por ello dejó de regresar poco tiempo después para buscar a Carmen Zayas Bazán y contraer matrimonio. Es en Guatemala donde escribió su drama en versos sobre la independencia guatemalteca, Morazán o drama indio Patria y libertad.
Este drama estuvo a punto de perderse. Cuando Jorge Quintana publica en 1964 las obras completas de Martí, menciona este drama; pero no lo publica por encontrarse fragmentado. En 1961 y 1964 aparecen ediciones del drama en Cuba. Varios años después aparece completo en la Enciclopedia Martiana en 1978.
Resulta que un señor José María Béjar, actor teatral, obtuvo de don Antonio Batres, amigo de Martí en aquella época, la única copia completa de este poema dramático cuidadosamente archivado. Béjar la puso en escena a fines de 1944 en el teatro Oriente de Santiago de Cuba. En la carta testamento a Gonzalo de Quesada, Martí dice: “Antonio Batres de Guatemala tiene un drama mío o borrador dramático, que en unos 5 días me hizo escribir el gobierno, sobre la independencia de Guatemala.”
Cuentan que, al ser requerido por el gobierno para que hiciera un drama sobre la independencia de Guatemala, Martí contestó: “Oh, sí, siempre he pensado que hasta que no se haga caminar al indio no comenzará a andar bien la América.”
Es en esos cortos ocho años (de 1869 a 1877) que Martí produjo toda su obra teatral, obra que, si bien no cuajó a su altura, es sin embargo precursora de su posterior producción literaria, todas dedicadas al amor, dos al amor patrio y dos al amor pasional. Martí fue un gran amador, amó al amor mismo, por eso hoy toda América lo ama.
Recordemos a la esclarecida poetisa chilena Gabriela Mistral cuando escribía a una niña de Centroamérica: “No te olvides, si tienes un hermano o un hijo, de que vivió en tu tierra el hombre más puro de la raza, José Martí; procura formarlo a su semejanza, batallador y limpio como un altar. Era un alma a tal punto evolucionada, que pudo producir magnas obras en todos los campos del saber humano en apenas 42 años de existencia.”
Dr. Rowland Bosch
Actos y Gestos de José Martí
En muchos momentos de su vida, José Martí tuvo que tomar decisiones difíciles. Escogió siempre dónde se encontraba el deber y no su bienestar. Esas determinaciones en su vida enmarcan primordialmente su calidad humana, su entereza y su valor de hombre honrado.
La patria es hoy dolor perenne de todos, como lo fue en el pasado siglo para nuestros compatriotas de entonces y muy en especial lo fue para José Martí. "Dolor de patria este dolor se nombra", exclamó conmovido en cierta ocasión con la profunda nostalgia que era Cuba siempre en su caso, dolor que hizo de su vida yunque y martillo incansablemente, hasta dejar sentada con su muerte la sólida base de la independencia de la patria.
"Ya yo no tengo patria hasta que la conquiste", y de ella hizo el propósito que lo guió y fortaleció y decidió, desde el 21 de octubre de 1869 al ser juzgado por infidencia a la tiranía española hasta aquel atardecer del 19 de mayo de 1895 en "Dos Ríos", donde con su muerte física, se alzó la vida de otra república hispanoamericana.
"El árbol que da mejor fruto es el que tiene debajo un muerto", dijo conmovido en el famoso discurso de "Los Pinos Nuevos". En efecto, él era ese muerto de cuya gloriosa savia surgió vigorosa nuestra amada patria tras 25 años dedicados fundamentalmente a la idea y el ideal de Cuba libre e independiente para que sus hijos pudiesen proclamarla sin temor, orgullosos de sentirse cubanos, saludando diariamente el pabellón que tanta sangre, dolor y lágrimas llevaba consigo, la bandera de la estrella solitaria, "la bandera más bella que existe", como bien escribió el bardo matancero Bonifacio Byrne. Jamás salió de la mente ni de la boca de Martí pensamiento ni palabra alguna que no fuera acertada o de la que tuviera que arrepentirse más tarde.
"Azuzar es oficio del demagogo y el del patriota, precaver" y así fue Martí precavido en verdad, con su extraordinario espíritu analítico, que es quizás el rasgo más sobresaliente del hombre inteligente y superdotado.
La historia de los grandes hombres se evalúa, no sólo por su legado a la posteridad, sino también por los actos de su vida. ¡Cuántos hombres célebres opacan sus palabras con sus actos contradictorios! Martí no fue de éstos, él predicó con el ejemplo. Rubricó y selló con su propia vida, con sus propios gestos, todo lo que afirmó, todo lo que prometió. Fue en fin, un hombre honrado, de éstos que buscaba Diógenes con su linterna. Su vida estuvo colmada de esos gestos. Decidió en cada momento lo que en cada momento honradamente debía hacerse.
"Para mí la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber. " "El hombre no es lo que se ve, sino lo que no se ve" y, mientras más se profundiza en el estudio de Martí hombre, más glorioso aparece ante todos.
Escribió a Carlos de Castro, compañero de colegio quien se había alistado en el cuerpo de voluntarios: "Compañero, ¿has soñado tú alguna vez con la gloria de los apóstatas? ¿Sabes tú cómo se castigaba en la antiguedad la apostasía? Esperamos que un discípulo del Dr. Rafael María de Mendive no ha de dejar sin contestación esta carta." La carta la firmaban Martí y Fermín Valdés Domínguez. Los españoles hicieron un registro en la casa de éste y encontraron la carta. Como consecuencia, fueron detenidos y encausados por infidencia. La letra de ambos era muy parecida; pero Martí sostuvo firmemente en el consejo de guerra que la había escrito él mismo. Martí fue condenado a seis años de presidio y Fermín Valdés Domínguez a seis meses de arresto mayor y ya desde el presidio escribió a su madre: "Papá me dio 5 ó 6 reales el lunes. Di 2 ó 3 de limosna y presté 2" y al mismo tiempo afirmaba: "Todo conseguirá la cárcel, menos hacerme variar de opinión en este asunto."
Su dolor de hijo se expresó al enviar a su madre un retrato desde la cárcel con esta alusiva y tierna dedicatoria:
"Mírame, madre y por tu amor no llores.
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas
tu mártir corazón llené de espinas,
piensa que nacen entre espinas, flores."
Severo, pero honesto, escribió en una ocasión a Máximo Gómez (era el 20 de octubre de 1884): "Un pueblo no se funda, general, como se manda un campamento. La patria no es de nadie y, si es de alguien, será, y esto sólo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia."
En Cuba, al regresar de Guatemala en su corta estadía de meses, Martí se vio envuelto nuevamente en dificultades con las autoridades españolas. El gobernador Ramón Blanco lo había ido a escuchar al Liceo de Guanabacoa: "No quiero recordar lo que he oído esta noche aquí y no concebí nunca que se dijera delante de mí, representante del gobierno español. Voy a pensar que Martí es un loco, pero un loco muy peligroso."
Descubierto más tarde Martí en afanes conspirativos, el gobernador le envió un emisario y, tras ser detenido, éste le informó que el gobernador deseaba, para garantizar su estadía en la patria amada, sólo que le declarara que no tenía en sus planes liberar a Cuba de la soberanía de España. La respuesta fue inmediata y concluyente: "Dígale al General Blanco que Martí no es de raza vendible."
En Venezuela también tuvo dificultades y confrontaciones por su honestidad. A la muerte de Cecilio Acosta, el insigne venezolano, de cuya amistad Martí había disfrutado y de quien dijo: "Para él el universo fue casa, su patria aposento, la historia madre y los hombres hermanos y sus dolores cosas de familia que le piden llanto", Martí escribió en la Revista "Venezolana" en forma que era una alusión indirecta al gobierno despótico de Guzmán Blanco: "Éste fue un hombre justo, posvió y previó. Amó, supo y creó. Limpió de obstáculos la vía. Puso luces, vio por sí mismo. Señaló nuevos rumbos. Lo sedujo lo bello. Lo enamoró lo perfecto, Se consagró a lo útil. Tuvo durante su vida a su servicio una gran fuerza, que es la de los niños. Su candor supremo. " Y agregaba después: "Pudo pasearse como quien pasea con la propia, con túnica de apóstol."
Martí había traspasado el límite. Aquel elogio contenía en potencia un caudal revolucionario que no podía pasar inadvertido ni para la intelectualidad a sueldo y servicio de la oligarquía, ni para el más torpe de los politicastros. Se quiso obligar a Martí con la amenaza o el halago a que se rindiera a la política del engreído mandatario. Y la respuesta de Martí fue pedir una pequeña suma en préstamo al sabio Arístides Rojo, aquél que escribiera tanto de Humboldt, con cuya suma cubrió su pasaje de regreso a Nueva York: "Déme Venezuela en qué servirla. Ella tiene en mí un hijo", y emprendió el regreso.
Vino entonces una época en que las dificultades económicas cabalgaron junto a su intensa labor periodista. Y fue en julio de 1889 que su carácter honesto e indoblegable se vio puesto nuevamente a prueba. Esta vez uno de sus sueños dorados, una revista de recreo e instrucción dedicada a los niños de América, "La Edad de Oro", salió a la luz. Pero Martí no aceptó las indicaciones del editor y se rompió el sueño después de publicar el 4to número y fue el 8 de octubre de 1890 cuando se abrieron las puertas de la Escuela Superior Nocturna Central y Martí enseñó español sustituyendo a su amigo Luis Baralt en New York Evening High School. En varias ocasiones durante ese tiempo Martí fue sustituido por su discípulo, Gonzalo de Quesada. Hay una carta a Gonzalo que dice: "Mi querido Gonzalo: Olvidé anoche, aunque ya Ud. se lo sabía, pedirle el favor de que me vuelva a sustituir en clase. Sabe cuánto me va en eso y cada día más, mi absoluta independencia y estoy más resuelto a vivir en ella. No deje de ir, porque estos últimos días son los más delicados."
En 1891 era Martí cónsul en New York de las repúblicas de Argentina, Uruguay y Paraguay. El 17 de octubre de 1891 se vio obligado a presentar la renuncia a sus cargos. La prensa española de New York denunció la participación de Martí y de Gonzalo de Quesada en un mitin revolucionario por la independencia cubana. Martí sabía que los diplomáticos españoles en Washington iban a protestar por su discurso y renunció a sus agencias consulares, aunque mantuvo la de Uruguay por unos meses, cuando renunció definitivamente con una carta que decía: "Los acontecimientos de mi país natal me ponen donde mi persona debe estar, en libertad absoluta y mi cariño a la república me manda a cesar sin demora en mis servicios, porque éste es hoy mi mejor modo de servirla."
Fue un año de privaciones y sufrimientos para Martí. Además de la pérdida de los consulados en mayo, terminó sus colaboraciones para "La Nación" de Buenos Aires. En agosto la esposa se separó definitivamente de él y se llevó a Cuba al hijo. Parecían proféticas las palabras de Azcárate en un autógrafo escrito al casarse Martí en México: "Deseo a la brillante pareja de la que Cuba está orgullosa que nunca lleguen a llorar las amargas lágrimas que cuesta contemplar en ruinas los altares de su templo."
En octubre se produjo el rompimiento con su amigo Trujillo. Su gestión revolucionaria se creyó también con el deber de renunciar a la presidencia de la Sociedad Literaria Panamericana. El 6 de enero de 1892 apareció publicada la carta de Enrique Collazo que denigraba a Martí, a quien causó un terrible golpe moral por las infamias y calumnias que destilaba y de cuyas heridas nunca se repuso. Ha de señalarse que el puesto de cónsul en New York de una república devengaba un salario considerable. Martí desempeñaba tres consulados y renunció a los tres. Una vez más se iba del lado del deber y abandonaba las necesidades económicas. Ya enfermo, después del año fatídico para su vida, escribió a su amigo Rafael Serra: "Serra queridisimo: Cómo me iba a encontrar si me levanto de mi cama todos los días para ir a mi clase de noche y de que ha de vivir su amigo fiel, de la clase a la cama. No escribo que el pulmón me quema y no me deja. De día trabajo. Yo no salgo de día. Por las noches a eso de las 8 y media, cuando acabo la clase, véngame mañana si puede, que sí ha de poder, a casa de sus amigos, que allí nos darán una taza de chocolate y le tiene un abrazo su hermano José Martí."
La salud de Martí se iba quebrantando cada vez más. En una carta a Gonzalo de Quesada en abril de 1892 se señalaba su delicado estado de salud: "Cuando uno va a morir tiene miedo de ser desamado."
No crean que la vida de Martí fue así siempre. Establecido y estabilizado en la casa de los Mantilla, Martí floreció económicamente: "Para mí ya es hora", había dicho y, cuando quemó sus naves simbólicamente, se abrazó desesperado a la idea de su Cuba Libre, se entregó con su palabra de bramido en sus discursos que contrastaban con el tono suave y se inmoló en "Dos Ríos".
Ninguna dimensión le faltó para llegar al corazón de los cubanos. Expresó con su ejemplo el heroísmo del destierro. Asumió lo cubano en su relámpago y en su penumbra, en su sonrisa y en su resistencia, en su filigrana y en su descampado.
Al llegar a Cuba empezó a notar nuestras cosas con un rigor ante la realidad sólo comparable al de Rimbaud ante la imaginación, cada palabra suya sobre el tablón de palma la ponía en un sitio donde estará siempre emanando lecciones. Al entrar su sangre en la tierra junto a la vena de agua, su capacidad libertaria no se apagaba en una fecha, ni se perdían los fatalismos históricos. Nuestro pueblo sabía quién era. Oía su voz por encima de la impiedad y de la farsa. Su mayor gloria está en que supo hablar a los pobres y a los niños, en que supo vivir y morir por ellos y en que seguirá iluminándonos como pueblo y como almas, porque su obra en la tierra que lo vio nacer y en la tierra toda no tiene fin.
Hoy más que nunca comprendamos al Apóstol. Entendamos al Apóstol, para que la segunda independencia de Cuba, que ya se avizora en no lejano día, sea en verdad como la soñó José Martí.
Para terminar un poema de Martí dedicado a América:
Tiene Mi Cielo de América
Tiene mi cielo de América,
Lecho mío, orgullo mío,
Nubes de blancos frescores,
De ambiente amoroso y tibio,
Ni cabe en amor tibieza
Ni cabe (en) un beso frío.
Martí y su hermano del alma
Hay seres que nacen con una estrella en la frente y dedican su vida entera a una causa de vindicta humana. Junto a ellos como si fueran parte de un sistema solar rotan y se trasladan otros seres influyentes y con luz propia que modifican la trayectoria del astro principal.
Si dividiéramos la vida de José Martí en dos etapas, encontraríamos en cada una de ellas la influencia de personas que enmarcaron definitivamente los derroteros del apóstol cubano. Una etapa es la que va desde su niñez hasta su establecimiento en Nueva York en 1880. La segunda corre desde entonces hasta su muerte en Dos Ríos.
La primera la llamaremos época de formación; en ella el patriota sufre y viaja identificado ya con su tierra natal, y lucha por encontrar el ambiente y el lugar donde poder asentarse para consagrarse a su ideal. La segunda etapa, la más conocida, es en la que Martí se dedica decididamente a la libertad de Cuba y es en la que se reafirma como patriota, escritor, revolucionario y mártir; ésta es la época de realización.
Difícil es en esta etapa de realización señalar la persona más influyente en la vida del apóstol. Nos decidiríamos por Gonzalo de Quesada y Aróstegui. En la primera etapa martiana es Fermín Valdés Domínguez quien, sin lugar a dudas, más descuella en su azaroso camino.
Este gran amigo de Martí nació en 1852 en la ciudad de La Habana, la misma que vería nacer meses después al mártir de Dos Ríos. Los dos jóvenes fueron condiscípulos en los dos colegios en que cursaron la enseñanza elemental; primero estudiaron en el colegio San Anacleto, que dirigía Rafael Sixto Casado y posteriormente en el plantel San Pedro, que otro Rafael, Rafael María de Mendive, presidía con gran vocación. Allí se reunía, aglutinaba, aprendía y se formaba cívicamente lo más selecto de la juventud habanera dentro de un crisol patriótico que se quebró tras la prisión y el destierro del director.
Todos estos años que pasaron en el colegio, años de fraternidad y compañerismo estudiantil, crearon entre los dos jovencitos una profunda amistad que sólo se terminó con la muerte del mártir en Dos Ríos.
Juntos compartieron muchos años de estudio y compañía juvenil. Fermín Valdés Domínguez era generoso y de familia más pudiente que la de Martí, y su admiración por el talento de su amigo representó un oasis espiritual y económico en la vida difícil de su compañero de estudios.
Un día, ya clausurado el colegio San Pedro, los dos amigos caminaban por el Paseo del Prado cuando un antiguo condiscípulo les contó que otro ex-alumno de San Pedro se había alistado en un odiado regimiento español para ir a combatir a los insurrectos. Indignados ambos, al llegar a la casa de Fermín resolvieron enviarle al traidor nacido en Cuba una carta donde le criticaban su conducta, carta que nunca salió para su destino, sino fue encontrada en la propia casa de Fermín por los voluntarios españoles y que los llevó a los dos a juicio y condena: seis años de presidio para Martí y seis meses de arresto para su amigo.
Conmutada la pena de Martí por la de destierro, no sin haber sufrido los rigores de la cárcel en La Habana, éste sale en enero de 1871 rumbo a España en el vapor “Guipúzcoa”. Allá en España la vida de Martí es precaria y apenas adelanta en los estudios, a tal extremo que hasta 1872, en que llega Fermín (indultado tras los sucesos de los estudiantes de Medicina en los que se vio envuelto y condenado a seis años de presidio), Martí ha aprobado sólo dos asignaturas de Derecho.
No obstante, a pesar de su mala salud, Martí continuó sus actividades patrióticas en Madrid. Allí publicó entre otras “La República Española ante la Revolución Cubana”. Allí tuvo muy buenos amigos que lo ayudaron, como Calixto Bernal, Marcos Zapata y la viuda del general Ravenet. Dice Fermín Valdés Domínguez que Martí siempre hablaba en las reuniones con estos amigos y otros muchos con afecto y entusiasmo.
La llegada a España de Fermín vitalizó la lánguida existencia de Martí en Madrid, económica y espiritualmente. Martí sufría una dolencia causada por los grilletes en presidio (una hernia inguinal) y, a pesar de haberse sometido a varias operaciones quirúrgicas, su padecimiento no cedía. Enfermo y desorientado, encontró en Fermín el apoyo y auxilio que necesitaba para terminar sus estudios y continuar su ciclo vital.
Si Martí escribió “El presidio político en Cuba”, en el que denunciaba su ignominia, Fermín Valdés Domínguez dedicó muchos años de su vida a demostrar la inocencia de sus compañeros. El libro que él escribió sobre los sucesos del 27 de noviembre de 1871 tuvo gran circulación y catorce años después logró que el hijo de Gonzalo Castañón admitiera la inocencia de los estudiantes de medicina. Martí escribió entonces desde Nueva York, “Grande ha sido en Fermín Valdés Domínguez la lealtad a los muertos que tienen pocos amigos, grande su arrojo, grande la fuerza que su prueba añade a nuestros derechos olvidados.”
Terminados sus estudios, Martí y Fermín viajaron a París y a otros lugares de Europa. Después de París, donde Martí embarcó para Méjico con escala en Liverpool (Carlos Ripoll ha demostrado que fue éste el puerto inglés en que hizo escala el trasatlántico “Celtic”), las líneas de sus vidas se separaron. Martí fue a Méjico mientras que Fermín volvió a España a terminar sus estudios de medicina. Pero la amistad nunca declinó, nunca murió; se escribían, se aconsejaban y se encontraron en Nueva York.
A la caída de Martí en Dos Ríos, Fermín Valdés Domínguez se unió a las tropas mambisas, primero a las órdenes de José Maceo y después a las de Máximo Gómez y al final de la campaña obtuvo el grado de coronel.
Murió en La Habana a los 58 años de edad. En homenaje a su memoria, sus restos fueron depositados en el panteón de los estudiantes de medicina en el cementerio de Colón junto a los de éstos y los de Federico Capdevila, el valiente defensor de los estudiantes.
Fue tanta la admiración, el respeto y el cariño de Fermín Valdés Domínguez por Martí, que dos años antes de morir aquél en 1908, escribió su “Ofrenda de hermano” y epiloga como si previera a cincuenta años de distancia el oscuro futuro de la patria. “Y al escribir estas cuartillas por el más puro y santo cariño al hermano sincero y leal, queden nuestras lágrimas en su tumba, y ojalá que nunca tengamos que ir a ella para pedir a sus restos sagrados perdón y misericordia para los cubanos traidores y viles, y para los endiosados y envidiosos que parece que quieren detener a la patria cuando ésta pone sus empeños en cumplir con la deuda de amor que la obligan con la memoria del libertador, su honor y su altura y libre personalidad.”
Muchos amigos tuvo, muchas amistades cultivó en vida José Martí. Algunas han pasado a la historia, como las de Manuel Mercado, Enrique Estrazulas y su albacea literario Gonzalo de Quesada; pero en la vida de nuestro apóstol Fermín Valdés Domínguez fue, como él mismo lo llamara, su “hermano del alma”.
Dr. Rowland Bosch