UN RETRATO INÉDITO DE JOSÉ MARTÍ

por Otto Rodríguez Viamonte

ORIGEN

El siguiente relato, sintetizado aquí, lo cuenta un cubano americano exiliado, quien reside con su familia en Tampa, Florida. y quienes visitaban la ciudad de La Palma, en las Islas Canarias,

—Algún tiempo atrás: “Habiéndonos oído hablar entre nosotros, se nos acerca un nativo canario y nos pregunta: — ¿Son ustedes cubanos? —Sí, le respondí, a lo que entonces me dice que él tenía algo que pudiera ser de interés para mí. Al yo mostrar curiosidad, al poco tiempo se aparece con lo que lucía un viejo y raído recorte de periódico o revista en el que aparecía un Martí de frente en lo mejor de su juventud. Al yo preguntarle si me permitiría hacerle una copia, él, sin aparente ánimo de lucro, me dijo que sí. La copia ampliada, al igual que el original, mostraba el embate del tiempo, así es que yo le pagué a un artista local para que con óleo retocara aquel retrato; y es el que hoy poseo”.

Desde luego, todos sabemos que “retocar” un retrato o fotografía de carácter histórico es un error garrafal, pues le resta considerable valor a la pieza en cuestión.

¿FOTOGRAFÍA O PINTURA?

El retrato parece haber sido una fotografía usando la técnica de puntos negros, de distintos tamaños, y espaciados irregularmente para así lograr la imagen, y cuya técnica, llamada en la industria litográfica medios tonos, es una tecnología que todavía hoy usan periódicos y revistas. Encima de lo que fue el original, aparecen retoques hechos con pinceles de artista, lo que contribuye a hacer más difícil establecer la autenticidad de la obra.

¿AUTÉNTICO  O ENGAÑO?

Consultado uno de los estudiosos de la vida de Martí, reputado en el exilio como uno de los más conocedores en esa especialidad, él opinó que “esto es sólo una alteración de otra foto bien conocida de Martí”. Sin embargo, de las treinta fotografías conocidas de Martí, no hay una sola que ni remotamente se parezca a este retrato; como no sea solamente por el gabán negro, la camisa blanca y la corbata negra, típicos de Martí, y los que, por otro lado ya aparecen en otra conocida foto cuando él estudiaba en la Universidad de Zaragoza, teniendo sólo unos veinte años de edad.

A todas luces el retrato nos parece a nosotros que es auténtico, pues aun los pequeños detalles de la cabeza, por ejemplo, muestra la parte superior de sus orejas volteadas hacia adelante, lo que Martí más de una vez explicó a sus amigos se debía a los halones de orejas que su padre le dio cuando era niño.

LA CONEXIÓN CANARIA

La madre de Martí, Sra. Leonor Pérez Cabrera fue nacida y criada en las Islas Canarias, y de joven, probablemente debido a una hambruna imperante allí y que duró años, su familia emigró a Cuba donde conoció y casose con Mariano Martí, un soldado valenciano asignado a Cuba y quien por carecer de educación formal ni autoadquirida, muy probablemente conocía y hablaba mejor el dialecto valenciano ( una variante del idioma catalán), que el español castizo; y quien era un recalcitrante defensor de las crueles y absolutistas políticas oficiales del. gobierno español para Cuba, lo que causó más de un confrontamiento con su joven hijo Pepe, quien ya desde adolescente mostraba su amor por la patria libre. Abnegada, fuerte y adaptable como el singular pino montañés canario, fue su señora madre..y su maestro de niño Don Rafael María de Mendive, los dos mentores naturales de nuestro Apóstol. De ella heredó Martí su integridad de carácter, su nobleza, y el espíritu de sacrificio por el bienestar de otros, y el de la patria. De Mendive aprendió el amor a una patria libre y la pasión por las letras.

Por hablar el idioma español como un cubano criollo ( no pronunciaba las Ces, Zetas, ni Jotas como un castizo) -sin duda por la influencia heredada de la madre, quien como buena canaria de seguro hablaba como el cubano común ( o viceversa más bien)- fue criticado Martí más de una vez por algunos de sus contemporáneos.

Residiendo en Nueva York, concertado ya los preparativos para la guerra que él evaluó como ‘justa y necesaria,” y a unos días de partir rumbo a Cuba, donde pronto perdería la vida peleando por la causa, y en un momento de angustia les expresó Martí a la familia Baralt, quienes además de amigos y compatriotas exiliados eran también sus confidentes: “¡Ay, las madres, las madres, cuánta sangre y cuántas lágrimas van a correr en esa revolución a que voy a lanzar a mi país!”

Ya a más de la mitad del viaje, en carta fechada Montecristi, 1895 le dice Martí a su señora madre ‘Usted se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de usted con una vida que ama el sacrjficio? ...y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y limpieza”.

CONCLUSIÓN FINAL

Considerando todas estas circunstancias, y tal vez aun otras que desconocemos, y aunque no existe nada escrito por él sobre esto, ¿No sería lógico pensar que, de haber tenido Martí la oportunidad de hacerlo como la tuvo, cuando estudiaba en Zaragoza, no hubiera querido él tomarse dos o tres semanas libres para conocer la tierra de su tan querida madre?

Ahora bien, ¿por qué un perfecto extraño, como era Martí entonces, pudiera aparecer fotografiado en un periódico o revista local? En un pequeño pueblo, donde nada parece acontecer, la visita de un abogado de porte impresionante y labia hechizadora, e hijo de una nativa que emigró en busca de una mejor vida o fortuna, debe de haber sido un acontecimiento, pensamos nosotros.