¡El tiempo, esencia de la vida!
El Hombre, única criatura que ríe, aunque sabe que muere, se ha sentido atraído desde la antigüedad por los fenómenos del cielo e interesado en hallar un método para medir el tiempo, ese fenómeno imponderable que rige nuestros destinos.
Observando desde la Tierra, y aun considerándola como el centro del Universo, los ciclos repetitivos de los objetos celestes le parecieron una herramienta ideal para la medición del paso del tiempo. Así surgieron los calendarios. Sin embargo, hasta llegar al calendario que hoy tenemos, ha habido que recorrer un largo camino cuajado de ensayos y de fracasos.
Uno de ellos, el Calendario Lunar: Es relativamente fácil basar el día y el año en los movimientos de rotación y traslación de la Tierra, sin embargo, no es tan sencillo con los meses. Si bien los meses duran aproximadamente lo que tarda la Luna en completar su orbita alrededor de la Tierra, estimar su duración mediante los períodos lunares presenta más problemas que los modelos basados en la rotación y traslación de la Tierra.
Históricamente se han utilizado dos maneras de determinar la duración de los meses con los ciclos lunares. Una de ellas es el mes sidéreo, es decir, el periodo en el cual la Luna completa una órbita alrededor de la Tierra y vuelve a la misma posición aparente en el cielo, con respecto a las estrellas de fondo. Este lapso dura casi 27,32 días. Muy poco se ha usado este período para propósitos calendarios.
La otra forma de considerar el mes lunar es sinódica, o sea, el tiempo que le lleva a la Luna volver exactamente a la misma fase. Como la Tierra se mueve en su órbita alrededor del Sol en el mismo sentido en el que lo hace la Luna en torno a la Tierra, el tiempo que transcurre, por ejemplo, entre Luna llena y Luna llena es más largo: dura aproximadamente 29,53 días. Este período se conoce, con un error de no más de un segundo, desde hace más de dos mil años y es el que se usa actualmente en los calendarios lunares.
Durante varias décadas del año 700 antes de Cristo, la duración del mes calendario, para varios pueblos, fue idéntica a la del ciclo lunar. Pero en otros casos, como en el del calendario romano, el número de días en los meses fue asignado de manera arbitraria.
El origen de nuestros meses se remonta al antiguo calendario romano. Como consecuencia, también sus nombres tienen ese origen:
Cada sociedad inventó las semanas o se las copió a otras; ya que parece haber sido siempre esencial para el ser humano el contar con una unidad de tiempo mayor que un día pero menor que un mes.
Las semanas no tenían la misma duración para todos los pueblos de la antigüedad sino que variaban de una región a otra. Muchas culturas antiguas, entre ellas las centroamericanas, usaban semanas de cuatro días, posiblemente en honor a los cuatro puntos cardinales. Los asirios, en cambio, tenían periodos de seis días. Babilonios y egipcios de la misma época, durante varios siglos, dividieron sus meses en tres "decenios" de 10 días cada uno.
Antes de Julio César, e incluso por algún tiempo después, el calendario romano incluía ciclos repetitivos de letras -desde la A hasta la H- para representar su semana laborable de 8 días. Estos ciclos eran llamados nundinae y eran independientes de otras divisiones mensuales llamadas "calendae" (el primer día del mes lunar), "idus" (el día de la luna llena) y "nonae" (el día del cuarto menguante).
Al final de cada año, el ciclo A-H se rompía. El primer día del año nuevo siempre era designado A, para comenzar un nuevo ciclo.
Algunos atribuyen un origen bíblico "...Y al séptimo día, descansó" a la duración de la semana de siete días porque, según la tradición judeo-cristiana, ése fue el tiempo que le llevó a Dios la creación del mundo. Pero es más factible que fuese la observación del cielo la que fijase la duración de nuestras semanas.
Los babilonios, que contaban el tiempo con los meses lunares, tenían destinados determinados días del mes para actividades particulares. Estos días coincidían con las cuatro fases de la luna (creciente, llena, menguante y nueva) y dividían el mes en cuatro períodos de siete días. Con el tiempo, esos períodos se separaron del mes lunar y constituyeron las semanas.
Por otra parte, siete son los cuerpos celestes -visibles a simple vista- fácilmente identificables por describir movimientos diferentes al de las estrellas: el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Era sencillo relacionar sus nombres con los de los días de la semana. Estos nombres tal y como hoy los conocemos en español tienen, obviamente, una raíz latina. Los griegos llamaban a los días de la semana "los días de los dioses" (Theon hemerai). Los romanos, con deidades equivalentes a las griegas, fueron los que finalmente nos legaron los nombres que hoy reciben tanto los planetas como nuestros días de la semana:
Domingo | en latín "dies solis", día del sol. |
Lunes | (dies lunae), día de la luna. |
Martes | (dies Martis), día de Marte. |
Miércoles | (dies Mercurii), día de Mercurio. |
Jueves. | (dies Jovis), día de Júpiter. |
Viernes | (dies Veneris), día de Venus. |
Sábado | (dies Saturni), día de Saturno. |
Platón, en sus Diálogos, escribió: "El Sol, la Luna y las otras cinco estrellas llamadas 'planetas' fueron creadas por Él (dios) para distinguir y preservar los 'Números del Tiempo'",
Existe una antigua e interesante tradición egipcia que no sólo relaciona el nombre de los días con el de los planetas sino que explica el orden que ocupan en la semana.
Los antiguos egipcios creían que cada hora del día era regida por el Sol, la Luna o alguno de los cinco planetas conocidos. La secuencia mediante la cual creían que las horas eran gobernadas era la inversa de la distancia a la que suponían que aquellos objetos estaban de la Tierra.
Por aquella época, pensaban que el planeta más distante era Saturno. Más cerca se hallaba Júpiter, luego Marte, el Sol, Venus, Mercurio y, la más cercana, la Luna. Por lo tanto, la primera hora estaba regida por Saturno, la segunda por Júpiter y así sucesivamente. Después de estas siete horas, el orden en el que estos objetos debían ser adorados se repetía y comenzaban de nuevo con Saturno. Del mismo modo, el planeta que regía la primera hora era el que le daba su nombre al día.
Así, por ejemplo, la primera (y también la 8a, 15a y la 22a) hora del primer día era consagrada a Saturno, la 23a a Jupiter, la 24a a Marte y la primera hora del día siguiente al Sol. Por eso, ellos creían que el primer día estaba regido por Saturno y el segundo por el Sol. Siguiendo esos periodos reiterados de siete horas, se obtiene la sucesión de los días de la semana en el orden en el que hoy los conocemos. Mención a lo anterior consta en la "Historia" de Herodoto, siglo V a.C., "He aquí otro descubrimiento de los egipcios. Ellos encontraron que cada día pertenece a un dios."
No se sabe muy bien en qué momento se generalizó el uso de semanas de siete días, pero Los Sabeos, en la antigua Arabia y Siria llamaron a los días de la semana con los nombres de los mismos objetos del sistema solar que los egipcios y persas. Al igual que los hebreos y muchos otros pueblos, ellos consideraban que el séptimo día era el correspondiente a Saturno, por lo tanto comenzaban la semana con el día dedicado al Sol. El orden de los días era el mismo que tenían los egipcios.
Es interesante subrayar que los mismos objetos del sistema solar y en la misma secuencia exactamente eran utilizados para dar nombres a los días en la antigua India, Tibet y Birmania. También fueron utilizados por los japoneses.
Los soldados romanos que ocuparon Egipto se acostumbraron a la semana pagana de siete días y la introdujeron en su propia tierra en reemplazo de su semana de ocho días. Augusto y sus sucesores romanos permitieron esta práctica pero la hizo oficial el emperador Constantino en el año 321 después de Cristo.
Aunque originalmente, muchas culturas antiguas utilizaban el calendario lunar para contar el tiempo, las evidencias históricas más antiguas indican que el primer calendario solar fue creado en el Antiguo Egipto, en el año 4236 a.C.
Los pueblos romanos primitivos tenían diferentes calendarios lunares, cada uno con su propio número de meses, su propia duración del año y de los meses, por ejemplo, los habitantes de Alba Longa tenían un calendario de 10 meses, de 18 a 36 días cada mes; los de Labinia tenían otro de 374 días distribuido en 13 meses; los etruscos tenían meses basados en la luna llena.
Ningún calendario romano contaba las semanas. Finalmente se acordó usar un calendario de 304 días distribuidos en 10 meses (6 meses de 30 días y 4 de 31 días). Pero éste tenía desfases de tiempo y los pontífices paganos lo reajustaban anualmente en el último mes. Los reajustes se hacían con criterios políticos, pero no astronómicos, como determinar el día de pagar a la servidumbre, y se hacía mal uso del reajuste, para prorrogar el cargo de un funcionario y adelantar o retrasar votaciones.
Los reajustes no evitaron el desfase de tiempo y se llegó a que el invierno calendario coincidiese con el otoño astronómico. Julio César terminó con el desfase ordenando una reforma en el calendario romano.
Sosígenes de Alejandría tenía conocimiento de la reforma que le hicieron al calendario egipcio en el congreso de Cánope hacía 2 siglos y asesoró a Julio César para adaptar esa reforma de Cánope al calendario romano e implantarla como un nuevo calendario. Esta adaptación fechaba las estaciones y sus fiestas romanas correspondientes concordando con el momento astronómico en el que sucedían.
El nuevo calendario se implantó en el 46 a.C con el nombre de julius y mucho después de juliano, en honor a Julio César. Únicamente en ese año, se contaron 445 días en vez de los 365 normales para corregir los desfases del calendario anterior, y se le llamó año de la confusión. Para ello, se agregaron dos meses entre noviembre y diciembre, uno de 33 días y otro de 34, además del mes intercalado en febrero. El calendario juliano es el antecesor del calendario gregoriano que se basa en el movimiento del Sol para medir el tiempo. Desde su implantación en el 46 a.C. se adoptó gradualmente en los países europeos y sus colonias hasta la implantación de la reforma gregoriana.
Desde el 45 a.C., se acordó que todos los años se contaran de 365 días, que únicamente cada cuarto año se contarían 366 y se llamaran años bisiestos, porque se fechaban dos días consecutivos como 23 de febrero (último día del calendario romano en ese momento).
En aquella época ese 23 de febrero se llamaba sexto calendas y cuando era año bisiesto el día adicional (366) se le llamaba bis-sexto calendas, de allí el origen de bisiesto. Con esto se corrigió de forma importante, pero no completamente, la diferencia de tiempo que iba acumulando el exceso de poco más de un cuarto de día que le sobraba a cada año.
Pero en el año 44 a.C los pontífices paganos deciden contar bisiesto cada tercer año. Tiempo después, se dan cuenta del desfase provocado hasta el 10 a.C y se corrige en el 8 d.C. por orden del césar Augusto, excluyendo el día adicional en cada cuarto año durante 36 años.
En el calendario juliano, pues, se toma como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo. Consta de 365 días divididos en 12 meses, excepto los años bisiestos que tienen 366 días, y añaden un día adicional al mes de febrero. El calendario juliano cuenta como bisiestos todos los cuartos años, inclusive los seculares. Con este calendario se comete un error de 7,5 días cada 1000 años.
El orden de los meses y la distribución de los días era así:
|
|
El mes de quintilis se consagró en honor a Julio César en el año 44 a.C. y se le nombró Julio, por iniciativa de Marco Antonio, y el mes de sextilis a Octavio Augusto, por iniciativa del Senado en el 23 a.C., y se le llamó Augusto, hoy Agosto. Para satisfacer la vanidad de Octavio Augusto, se dio al mes consagrado en su honor 31 días, quitándoselo a febrero, y para que no hubiese tres meses seguidos de 31 días september pasó a tener 30 días, october 31, november 30 y december 31.
La manera de contar los días siguió la tradición romana hasta que los visigodos introdujeron la costumbre de numerarlos, pero no sería oficial hasta que lo adoptase Carlomagno. No obstante, hasta bien entrada la Edad Moderna, la manera de referirse a un día concreto era aludiendo al santo que se conmemoraba. Así, por ejemplo, es muy común encontrar expresiones como: llegamos el día de San Froilán.
En el año 321, el emperador Constantino I el Grande implantó la semana de siete días, copiando del calendario lunar judío: domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado.
Además, decretó que el domingo (dies solis) fuese día de descanso para adorar a Dios, en detrimento del sábado, tradicional no sólo entre los judíos sino también entre los gentiles. Y es que si Jesucristo había muerto el sexto día de la semana judía, había resucitado en domingo. Por otro lado, se satisfacía a otra religión muy popular: el culto a Mitra, que adoraba al sol. Recordemos que la semana de siete días se hallaba presente en el calendario egipcio.
El calendario gregoriano fue introducido por el papa Gregorio XIII en el año 1582 para sustituir al calendario juliano porque, en 1582, unos astrónomos romanos se percataron de que el equinoccio de primavera había sido el 11 de Marzo y no el día 21 de ese mes, (como lo estableció el concilio de Nicea en el año 325 d.C.). Por lo tanto las fiestas de la iglesia no estaban teniendo lugar en las estaciones apropiadas. Estos astrónomos descubrieron que ese retraso de diez días se debía a que un año solar juliano contaba 10 minutos y 48 segundos más que el año solar real.
En la siguiente tabla se presenta la diferencia aproximada (que aumenta a medida que se acumula el error) entre el año solar juliano y el verdadero año solar:
· De 45 a.C. a 120 d.C. se acumuló 1 día de error, · De 121 a 162: acumuló 2 días de error, · De 163 a 444: acumuló 3 días "" "", · De 445 a 607: "" "" 4 días "" "", · De 608 a 768: "" "" 5 días "" "", · De 769 a 930: "" "" 6 días "" "", · De 931 a 1092: "" " 7 días "" "", |
· De 1093 a 1256: "" "" 8 días "" "", · De 1257 a 1419: "" "" 9 días "" "", · De 1420 a 1587: "" ""10 días "" "", · De 1582 a 1744 la diferencia era de 11 días , · De 1745 a 1907: "" "" " " " " " " 12 días , · De 1908 a 2070: acumularía 13 días de error. |
Para corregir el desfase cronológico generado por el calendario juliano, durante 1626 años (desde el año 45 a.C. hasta 1582 d.C.), el muy influyente papa Gregorio XIII decretó en una bula el adelanto de 10 días en el calendario; y se acordó que al terminar el día jueves 4 de octubre de 1582, el día siguiente se fecharía como viernes 15 de octubre, pero pocas naciones europeas obedecieron el decreto ese mismo año.
Después del decreto, el Papa Gregorio XIII reunió un grupo de expertos para reformar el calendario juliano y tras cinco años de estudios, fue elaborado el "calendario gregoriano", que después, se implantó lentamente en varias naciones.
El calendario gregoriano es el que actualmente usamos; y se distingue del calendario juliano porque:
1. Se omitieron diez fechas.
2. Se corrigió la medición del año solar, estimándose que éste duraba 365 días solares, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos, equivalente a 365.2425 días solares.
3. Se acostumbró empezar cada año nuevo el 1 de enero.
4. Pocos años seculares se consideran bisiestos, sólo aquellos que sean divisibles por 400. De este modo se evitaba el desfase de 18 horas cada cien años.
El calendario se adoptó inmediatamente en los países donde la iglesia católica tenía influencia. Sin embargo, en países que no seguían la doctrina católica este calendario no se implantó hasta varios años después. La implantación del calendario gregoriano tuvo lugar como sigue:
Ésta es la causa de que aunque se dice que los escritores Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare murieron ambos el 23 de abril de 1616, en realidad este último murió 10 días después (el 3 de mayo del calendario europeo actual).
En Inglaterra, a los días en el calendario juliano que ocurrieron antes de la introducción del calendario católico en 1752 se les llama OS (Old Style). Las iniciales NS (New Style) indican el calendario gregoriano.
El calendario gregoriano está dividido en 12 meses:
No. |
Nombre |
Días |
|
No. |
Nombre |
Días |
1 |
31 |
|
7 |
31 |
||
2 |
28 ó 29 |
|
8 |
31 |
||
3 |
31 |
|
9 |
30 |
||
4 |
30 |
|
10 |
31 |
||
5 |
31 |
|
11 |
30 |
||
6 |
30 |
|
12 |
31 |
Existe una copla que se utiliza como regla nemotécnica para recordar el número de días de cada mes: "Treinta días trae septiembre, con abril, junio y noviembre. Veintiocho sólo uno y los demás treinta y uno".
Eliana Onetti
Bibliografía: Enciclopedia Encarta; Wikipedia; Almanaque mundial